En un valle semidesértico en el centro de México, uno de los proveedores automotrices más grandes del mundo se está preparando para abrir una nueva planta en la que producirá componentes para Norteamérica, apuntalando el negocio de exportación que ha mantenido funcionando a la economía del país.
La fábrica de Continental AG en el estado central Aguascalientes debería beneficiarse tanto del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) como del plan de estímulo de 1.9 billones de dólares del presidente estadounidense, Joe Biden, para ayudar a reactivar el crecimiento después de la pandemia del coronavirus.
La confianza expresada por ejecutivos locales del fabricante de repuestos alemán refleja el creciente optimismo entre los analistas de que la recuperación global hará crecer a la economía de México más de lo esperado este año, a pesar de la persistente debilidad de la demanda interna.
“Sabemos que viene la producción (de autos) alta, viene el volumen alto para todos y eso es para lo que nos estamos preparando”, confesó Ina Seterbakken, gerente de la planta que aún está en construcción.
Continental espera que el negocio reviva después de los retrasos causados por las interrupciones relacionadas con la pandemia, aseguró Seterbakken, y agregó que la instalación era una apuesta estratégica dada la proximidad de México a Estados Unidos, la economía más grande del mundo.
Y es que la segunda mayor economía de América Latina comparte una frontera de casi 3,200 kilómetros con su vecino del norte y ha disputado con China el título del mayor socio comercial de Estados Unidos en los últimos años, lo que la hace altamente dependiente de ese país, al igual que a las empresas.
La compañía alemana prevé aumentar sus ventas globales en 2021 entre 7% y 13% frente al año pasado, según una guía presentada en marzo, aunque no recuperaría el monto obtenido en 2019. La firma no especificó datos de sus ventas en México.
La nueva planta, que empleará a unas 1,000 personas, se une a un cúmulo de fábricas automotrices asentadas en el centro de México, con una producción enfocada principalmente en satisfacer la demanda de sus socios comerciales en el T-MEC.
Allí están asentadas, entre otras, las plantas de Fiat Chrysler, Mazda, Mercedes-Benz, Nissan y Volkswagen.
“Si (el T-MEC) no se hubiera concretado, habría cambiado completamente la economía de este país”, opinó Gustavo Puente, secretario de Economía del San Luis Potosí, un estado en el que Continental anunció recientemente otra inversión por 60 millones de euros.
Dependencia externa
El año pasado, la economía de México sufrió su peor caída desde la década de 1930, con una contracción de su Producto Interno Bruto (PIB) del 8.5%. Pero la sólida demanda externa por exportaciones mexicanas ayudó a que el resultado no fuera peor.
El presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, se ha resistido a aumentar el presupuesto para apoyar a la economía, argumentando que los rescates y el gasto deficitario tienden a poner dinero en los bolsillos de los ricos.
Sin embargo, la nación se ha beneficiado de los planes de estímulo en los países desarrollados, principalmente de su vecino del norte, que absorbe alrededor del 80% de todas las exportaciones de bienes de México.
Liderada por la industria automotriz, la manufactura representa casi una quinta parte de la economía mexicana.
Ahora, ante las expectativas positivas al norte de la frontera, el gobierno de México está revisando al alza su pronóstico de crecimiento para 2021 a una cifra entre 5% y 5.5%, y el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, reconoció los “efectos benéficos” sobre la economía local que tendrá el plan de estímulos de Estados Unidos.
Los analistas del sector privado están haciendo lo mismo: JP Morgan Chase elevó recientemente su estimación para 2021, por segunda ocasión en el año, a 5.6%, desde el 4% que estimó a finales del año pasado.
“Si no fuera por el programa tan fuerte de Estados Unidos este año y el que viene posiblemente México estaría creciendo un 2.5% o 3%”, sostuvo Gabriel Lozano, economista en jefe para México del banco estadounidense.
Ventaja comercial
México ha comprometido recursos por un valor de alrededor de 1.3% de su PIB para reactivar su economía -principalmente en programas sociales, créditos a pequeñas empresas y mayor laxitud en requerimientos del sector bancario-, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En Brasil, por el contrario, la proporción es del 6.2%.
Sin embargo, se espera que la economía de México crezca 4.3% este año frente al 3.6% de Brasil, según el FMI. La exposición de ambas naciones a Estados Unidos podría ser una de las razones de esa diferencia.
Con un valor de unos 360,000 millones de dólares antes de la pandemia, según datos del Buró de Censos de Estados Unidos, las exportaciones anuales de México a ese país equivalen a alrededor de un tercio del PIB mexicano. En tanto, las exportaciones de Brasil al país norteamericano fueron menores a 31,000 millones en 2019.
La diferencia entre las dos economías más grandes de América Latina también se refleja en los mercados financieros: mientras que la bolsa mexicana ha ganado 4.9% en lo que va de 2020, la bolsa brasileña ha perdido un 8.2%, ambas medidas en dólares.
Pero algunos analistas y empresarios en México tienen sus dudas. Señalan que el apetito en el extranjero por productos mexicanos contrasta con el debilitamiento de la demanda interna, además de que la inversión de capital fijo en el país se desplomó más del 18% el año pasado.
Bajo este escenario, la recuperación de México dependerá en buena parte de la capacidad del gobierno para superar las tensiones con empresas y fomentar la inversión en manufactura, que podría beneficiarse de las intenciones de regionalizar las cadenas de suministro fuera de Asia bajo el T-MEC.
Atraídas por un México de menor costo para obtener una ventaja competitiva, las empresas están observando con cautela si las medidas del Gobierno para fortalecer el control estatal del mercado eléctrico afectarán a sectores con alto uso de energía, como la fabricación de automóviles.
“(El sector eléctrico) es decisivo para que la economía mexicana crezca de manera sostenida, pero para ello el Estado debe garantizar los principios de libre competencia y certeza jurídica”, aseguró en febrero la Cámara de Comercio Estadounidense (AmCham).
La reforma a la ley eléctrica no es la primera polémica del presidente con el sector privado. La cancelación de un aeropuerto, disputas fiscales y la política energética con mayor control estatal ha provocado tensión con la cúpula empresarial en varias ocasiones.