Para determinar que la economía entró a un escenario de estanflación se deben percibir tres fenómenos: alta inflación, estancamiento de la economía y elevadas tasas de desempleo por un periodo prolongado de tiempo, escenarios que actualmente están lejanos.
Si bien hasta septiembre la inflación en México se ubicó en 6% anual —por encima del objetivo de Banco de México (Banxico) de 3% +/- un punto porcentual— se prevé que al cierre de este año llegue a su punto más alto y ronde el 6.2% y a partir de ahí se desacelere.
Y será hasta finales de 2022 cuando la convergencia hacia el 3% sea más notoria, según las estimaciones de Banxico.
Respecto al crecimiento económico, el director para América Latina de Moody’s Analytics, Alfredo Coutiño, comentó que se observan tasas consistentes. Hasta el primer semestre del año, la economía mexicana creció 7.4% anual, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En México aún no se puede hablar de estanflación, porque aún hay crecimiento económico a tasas consistentes con el crecimiento potencial de la economía y el desempleo no presenta una tendencia clara y persistente a la alza,
dijo Coutiño
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Los pronósticos de Banxico para este año apuntan a un rebote de 6.2% y en 2022 un crecimiento de 3% y a pesar de tener una inflación cercana al 4%, el siguiente año no se puede hablar de estanflación en el país, dijo el vicepresidente del indicador IMEF, Ociel Hernández.
La inflación ha repuntado fuerte, por choques de oferta, al tiempo que la economía crece más de 6.0%. Si el próximo año la economía mexicana crece 2.5% y la inflación es de 4.0%, no consideramos que estamos en un fenómeno estanflacionario,
consideró Hernández
Por otra parte, la tasa de desempleo ha disminuido mientras más personas se reincorporan al mercado laboral. En agosto, la tasa de desocupación se ubicó en 4.1% con 2.5 millones de personas en esa situación, según el Inegi.
Los factores que encaminan a la estanflación
Existen dos factores que podrían encaminar a México a un escenario de estanflación, planteó Coutiño. Primero, un agravamiento de la anemia de inversión productiva generada por las políticas de hostigamiento hacia la inversión privada y a la competencia de mercado.
Segundo, una prolongada expansión monetaria y un manejo de la misma que permitiera una mayor tolerancia inflacionaria en sustitución de políticas que produzcan cambios estructurales para fortalecer a la economía, indicó el analista de Moody’s.
No obstante, Coutiño subrayó que el segundo factor es poco probable que suceda e instó a Banxico a apegarse a su mandato contra la inflación y “reafirme su compromiso con la independencia monetaria”.
¿Y en Estados Unidos?
La dinámica y evolución de estos indicadores no solo será resultado de lo que pase al interior del país, sino también de lo que suceda al exterior, principalmente en Estados Unidos donde la Reserva Federal (Fed) busca tener la inflación por encima de su objetivo de 2% por un tiempo y apunta al aumento en la tasa de referencia a finales del próximo año.
“No pensamos que Estados Unidos esté en esta situación. Si bien la inflación de Estados Unidos está por arriba de sus promedios, y el próximo año también lo estará, son inflaciones por debajo de 4.0% estimadas para el próximo año, y con crecimiento por arriba de su tendencia registrada antes de la crisis pandémica”, dijo Hernández.
Como un vistazo al pasado, analistas y economistas han comparado la situación actual con la crisis de los años 70, cuando la economía estadounidense padeció la crisis petrolera.
Los altos precios del petróleo, resultado de la crisis petrolera, dieron lugar a una inflación galopante que se combinó con un alto desempleo ante la inhabilidad de la economía para generar empleos suficientes que absorbieran la fuerza de trabajo adicional,
recordó Coutiño
Para este año, la Fed prevé que el PIB de Estados Unidos crezca 5.9%; una tasa de desempleo de 4.8%, y una inflación de 4.2%, según sus estimaciones más recientes.