Durante el segundo trimestre del año, la economía mexicana siguió presentando altas tasas de crecimiento, superando las expectativas de los mercados.
Sin embargo, este dinamismo podría responder más a un efecto rebote tras la pandemia de COVID-19 que a la fortaleza de los fundamentos estructurales de la actividad económica del país.
De acuerdo con la estimación oportuna del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Producto Interno Bruto (PIB), con cifras desestacionalizadas, creció 3.6% a tasa anual en el primer semestre del 2023.
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Considerando la primera mitad de cada año y descontando la tasa de 7.3% en 2021 por la baja base de comparación un año previo, debido a la emergencia sanitaria, este aumento resulta el más elevado desde el 2012 (4.0%).
A pesar de las altas tasas de crecimiento económico que ha experimentado México en los últimos trimestres, es importante señalar que gran parte de ello se debe a la recuperación post pandemia, y que esto aún puede ser considerado un efecto rebote de la crisis del COVID-19
señaló Banco Base en una nota.
Añadió que comparando la recuperación económica del país de la crisis sanitaria respecto a otras naciones, se observa que en México ha sido lenta.
Lo anterior, destaca, debido a que en términos de la recuperación se ubica en la posición 35 dentro de las 45 economías más grandes del mundo, apenas superando el nivel del PIB prepandemia de 2.37%.
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Factores de riesgo
Para el grupo financiero, en el horizonte existen algunos factores de riesgo que podrían afectar el desempeño económico de México de manera significativa, resaltando:
- La gobernanza en México, particularmente la inseguridad pública, la falta de Estado de Derecho y la incertidumbre respecto a la política económica interna, que suponen un riesgo para la inversión.
- La incertidumbre política y económica derivada de los procesos electorales en México y Estados Unidos en 2024 podría limitar la inversión.
- En México, la renovación tanto de la Presidencia de la República como la del Congreso de la Unión podría llevar a cambios significativos en la política económica del país.
- La inflación, aunque ha disminuido, sigue en niveles elevados (4.79% anual en la primera quincena de julio) y preocupa en mercancías alimenticias y en servicios.
- Las controversias comerciales con Estados Unidos, que podrían terminar en fallos en contra de México y en sanciones comerciales que afecten la estabilidad macroeconómica del país.
- La rápida apreciación del peso mexicano frente al dólar, que ha afectado a los exportadores, receptores de remesas y al sector turismo.
- La posibilidad de una recesión en Estados Unidos, el principal socio comercial de México, que afectaría negativamente las exportaciones mexicanas y reduciría las remesas, lo que podría impactar considerablemente a la demanda interna.
- Siguen los problemas estructurales de alta informalidad, rezago en la inversión fija bruta y dependencia de las remesas como apoyo al consumo.
Del lado positivo, la perspectiva mejora para este año y el 2024 por la oportunidad del nearshoring y ante la menor probabilidad que Estados Unidos caiga en recesión este año.