La producción mexicana de cárnicos y granos aumentó los últimos 15 años, lo que suplió la mayoría de las importaciones. Ahora, cambios en la política pública y dificultades intrínsecas de la producción podrían revertir la tendencia, aunque especialistas consideran que esto no es necesariamente malo.

La autosuficiencia a ultranza no tiene caso. Un ejemplo es el arroz: México produce mucho, pero también importa mucho porque las dietas se han diversificado y se consumen más variedades. Si tú importas algo que requiere mucha agua está bien, porque el país no la tiene. Nosotros somos capaces de producir el 75% de lo que consumimos, que es una buena cifra

Cassio Luiselli, Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED)

En este panorama, la producción de cultivos adecuados para el territorio nacional podría asistir para no desequilibrar la balanza comercial y fomentar el intercambio con otros países que permitan no depender de la estacionalidad de ciertos alimentos.

La carne mexicana, uno de los alimentos que requiere más agua para ser producido, aumentó su producción en los últimos años. La res pasó del 82% del consumo nacional en 2008 al 91% en 2018, mientras que el cordero pasó del 30% en el 2000 al 89% en 2018. La producción de pollo y cerdo ha visto crecimientos similares.

Luiselli explicó que el alza en la producción de cárnicos se debe también a que México, como muchos países emergentes, está viviendo una revolución de las proteínas, aumentando la presencia de estas en la dieta de los mexicanos.

Esto es una buena noticia. Tenemos, por ejemplo, el mayor consumo de huevo en el mundo. Esto está asociado al nivel de ingreso y a la urbanización. Yo veo difícil que eso se revierta, pero sí debemos decir que hay una pugna por la frontera agrícola y la frontera ganadera, sobre todo con los programas que existen en el sur

Esta pugna se traduce en la dificultad para encontrar tierras suficientes para la producción agrícola y pecuaria, agravada por el millón de hectáreas que el gobierno pretende utilizar para la siembra de granos.

Por un lado, opositores acusan a la administración de promover el desmonte para uso agrícola, por el otro, Juan de Dios Arteaga, Presidente de la Unión Nacional de Ovicultores (UNO) reporta que la oferta de carne ha aumentado hasta un 20% en zonas donde los productores se ven obligados a sacrificar sus cabezas a falta de los apoyos necesarios para el campo.

La pugna en las fronteras, sin embargo, podría solucionarse con la tecnificación de los procesos ganaderos y el mejor uso de suelo agrícola, ya sea mediante el uso de huertos compactos y verticales, o de técnicas como la hidroponia y aeroponia, que son más costosas, pero reducen la superficie necesaria hasta en un 80%.

Luiselli también explicó que el argumento de la actual administración sobre el olvido al campo no es del todo acertado, pues los dos sexenios anteriores vieron un alza al presupuesto destinado al sector. “De hecho hay que explicar con seriedad y rigor que en el sexenio pasado hubo un crecimiento agrícola bastante alto: el mayor en 30 años”.

De acuerdo con las Encuestas Nacionales Agropecuarias la producción de arroz, maíz, frijol y trigo, creció de 31 millones 40,299 toneladas combinadas en 2012 a 35 millones 870,896 toneladas combinadas en 2017.

Sin embargo, este crecimiento tenía olvidadas a las pequeñas unidades agrícolas, que es el enfoque principal del programa Sembrando Vida, que dividirá su millón de hectáreas iniciales entre árboles frutales, maderables y granos.

Así es como México extenderá el programa Sembrando Vida a Centroamérica