Rodrigo A. Rosales

La incertidumbre inyectada al sector privado, la bandera de ‘austeridad republicana’ y la pandemia de COVID-19, han marcado la primera mitad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y dando los peores resultados en materia económica en al menos las últimas siete administraciones.

En un ejercicio hecho por Análisis CEO, se consideraron los datos del Producto Interno Bruto (PIB) de los primeros dos años y tres trimestres del tercer año de cada gobierno (en serie ajustada por estacionalidad) desde Miguel de la Madrid, ya que la base actualizada del Inegi data desde 1980.

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De esta manera, en los primeros dos años y tres trimestres del 2021 del gobierno de López Obrador, el PIB registró una caída promedio de 1.2%, lo cual lo coloca en el último lugar de las siete administraciones evaluadas. 

Los claroscuros del PRI 

La primera posición en crecimiento del PIB es para Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), con una tasa promedio anual de 4.3% en sus primeros dos años y tres trimestres de gobierno.

En los primeros años de este gobierno priista sobresalen como impulsores económicos el programa Solidaridad, disminución de tasas impositivas, el comienzo del proceso de privatización, tipo de cambio fijo como ancla antiinflacionaria y las negociaciones del TLCAN (poco después se dio la reforma agraria que suprime reparto de tierras y el levantamiento del EZLN).

En segundo lugar, se colocó Enrique Peña Nieto (2012-2018) al registrar un promedio anual del PIB de 2.6% real. En el lapso de análisis resaltan el Pacto por México, en el que derivaron reformas estructurales como la de telecomunicaciones, energética, laboral, financiera, hacendaria y competencia económica.

Dichas reformas incentivaron la captación de capital extranjero, aunque también destaca la volatilidad del tipo de cambio y el incremento de la deuda pública, la cual llegó superó el 50% del PIB y elevó los niveles del costo financiero de la deuda.

El tercer lugar se lo lleva,  Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), pues el PIB registró un promedio del 2.0% con ajuste estacionario.

Lo más llamativo de esta gestión es que en sus primeros años de gestión logró conseguir una tasa de crecimiento positiva de la economía mexicana, pese a la devaluación del peso y la gran deuda pública que originaron la crisis económica de 1995, más la insurrección zapatista en Chiapas.

A su favor jugó la herencia salinista que colocó a México en el mapa del mundo: TLCAN (también la crisis fue su legado).  Con él se adoptó el esquema de libre flotación del peso mexicano.

 

 

PAN, en los últimos lugares

Vicente Fox Quesada (2000-2006), presidente que pasó a la historia por ser el primero de la alternancia política, se situó en el cuarto lugar de dinamismo económico; bajo su mandato, el PIB obtuvo un aumento promedio anual de 0.3% entre el cierre del 2000 y el tercer trimestre del 2003, 

A Fox Quesada le tocó lidiar con la crisis económica del 2001, producto de las crisis del real brasileño y de Argentina, así como el ataque terrorista del 11 de septiembre en Nueva York que tumbó los mercados. 

En materia económica destaca del lado positivo por su política de vivienda y en mantener la inflación anual en un solo dígito. 

El quinto escalón corresponde a Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), con apenas una media de crecimiento económico de 0.2%.

También le tocó sortear una crisis económica, la de 1982-1983; unas de sus estrategias fueron subsidiar los precios de los productos básicos, los primeros pasos hacia la privatización de empresas estatales y el inicio de negociaciones para entrar al GATT. Por el periodo de análisis considerado, se excluye el impacto del sismo de 1985.

El penúltimo sitio es para Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), que representó la segunda y última presidencia panista y cuyas apuestas fueron la infraestructura y el combate al crimen organizado, quien por la crisis económica y financiera del 2008-2009 que comenzó con el colapso de Lehman Brothers, vio como el PIB nacional cayó 0.5%, como promedio anual, entre el cierre del 2006 y el tercer trimestre del 2009.

 

¿Certidumbre o incertidumbre?

Por último, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), considerado como el primer presidente de izquierda, mostró los peores resultados en actividad económica desde, al menos, la administración de Miguel de la Madrid. 

El PIB de México promedió una contracción anual de 1.2% en dos años y tres trimestres del tercer año.

Lo anterior se explica por las decisiones que tomó hasta antes de que asumiera la silla presidencial, ya que en octubre del 2018 anunció la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, inyectando incertidumbre a la Iniciativa Privada.

Ya en el 2019, reafirmó que la Cuarta Transformación se basaría en una política de austeridad, con grandes recortes a la inversión pública y la apuesta por programas sociales sin efecto multiplicador en los sectores productivos y por obras faraónicas en el sur-sureste, como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y la Refinería de Dos Bocas.

Ese año también fue marcado por el desabasto de gasolina y el descobijo al sector turístico y a la inversión extranjera con la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México y de Proméxico. 

¿La consecuencia? Una caída de 0.2% del PIB en todo el 2019. Así, el COVID-19 solo empeoró la situación del 2020 con un descenso de 8.4% del PIB.

En el 2021, con la continuidad de una política de austeridad y en medio de una recuperación económica derivada de un efecto rebote, el gobierno morenista apuesta por el efecto de las remesas en el consumo privado y por una reforma a la industria eléctrica que busca que la Comisión Federal de Electricidad sea la empresa preponderante la generar, transportar, distribuir y comercializar la electricidad requerida en el país. 

Para 2022, las reglas del juego para los inversionistas no quedan aún claras, con lo que no se percibe una venta abierta para que esta administración saque a la economía del estancamiento promedia del 2% que arrastra por más de tres décadas.