El acoso sexual dentro de las organizaciones de trabajo es una práctica de violencia que se volvió visible después de que el movimiento #MeToo reveló múltiples casos de mujeres violentadas en sus diferentes áreas de trabajo, y que además del daño que causa a las víctimas, también genera costos para las empresas.
Las víctimas sufren pérdida de autoestima, enfermedades físicas y en la mayoría de los casos abandonan sus empleos, situación que afecta su desarrollo profesional. De no solucionar la problemática, las empresas deben asumir la deficiencia laboral propiciada por un clima laboral tóxico y en algunos casos, los costos por enfrentar un juicio.
El impacto negativo a la productividad dentro de las organizaciones que enfrentan situaciones de acoso sexual genera ausentismo, rotación de personal y cuando el acoso se hace público también puede provocar perdidas con respecto al prestigio y valor de su marca.
Las empresas pueden enfrentar sanciones que oscilan entre 50 y 5,000 veces un salario mínimo por acoso laboral, las sanciones son más severas en casos de acoso sexual. Las multas dependen de la gravedad y las consecuencias respecto a las personas afectadas
dijo Jaime Bustamante, director jurídico de ManpowerGroup México, el Caribe y Centroamérica.
Que las mujeres sufran más situaciones de acoso que los hombres es resultado de la desigualdad laboral, ya que con mayor frecuencia se encuentran en posiciones más vulnerables que sus compañeros de género masculino, de acuerdo con el análisis ‘Acoso sexual en el trabajo’ de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Contactos físicos, verbales e insinuaciones sexuales sin consentimiento de las trabajadoras es acoso sexual. El más notorio es el acoso quid pro quo, esto es, situaciones en las que la empleada es obligada a elegir entre acceder a demandas sexuales o perder algún beneficio que le corresponde por su trabajo.
Por ejemplo, si un jefe invita a salir a una subordinada es considerado acoso quid pro quo si es que condiciona la salida a temas laborales, como un incremento salarial o un ascenso.
El acoso sexual en el trabajo se observa como una línea gradual. Puede pasar desde los piropos, al ofrecimiento de mejoras laborales, hasta llegar a las amenazas y a las agresiones físicas
dice la OIT.
En México, 26.6% de las mujeres ha sufrido al menos un incidente de hostigamiento sexual en su vida laboral y, en promedio, tuvieron tres agresores por año, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016.
El 35.2% de los agresores de mujeres son sus compañeros de trabajo, seguidos de los jefes o patrones, que representan 19.3%.
Erradicar el acoso
La OIT recomienda a las empresas establecer iniciativas para garantizar la seguridad y el trato digno con pautas claras de detección y actuación ante situaciones de violencia de cualquier tipo y, las empresas mexicanas deberían estar listas para su implementación.
Entre las recomendaciones destaca el establecer un consejo que establezca protocolos y sanciones administrativas que permitan atender los casos de acoso que pudieran presentarse dentro de las organizaciones y, en caso de ser necesario, permitan el acompañamiento si las víctimas deciden presentar una denuncia penal.
La instalación de este consejo debe considerar la asesoría de organizaciones expertas en el tema con el fin de que sus facultades tengan cierta autonomía, secrecía y cuidado adecuado de la información para garantizar los derechos de las víctimas y presuntos agresores.
Las empresas tienen la responsabilidad y la obligación de coadyuvar para que las personas afectadas realicen las denuncias por las vías legales. En caso de que las compañías actúen en contra de las víctimas y cometan alguna omisión, pueden ser susceptibles a una sanción por parte de la autoridad, que dependerá de cada caso particular
comentó Jaime Bustamante.