Las poblaciones alrededor del mundo han experimentado largos periodos de confinamiento, así como la reducción de sus actividades y movilidad cotidiana, lo que pone en evidencia que en algunos casos la vivienda llega a ser insuficiente, en un país donde se estima que al menos seis millones de hogares experimentan algún tipo de rezago.

El confinamiento también ha limitando por distancia y disponibilidad la adquisición de bienes o incluso el acceso a servicios, dejando al descubierto ciudades desiguales.

Sobre estos temas habló con EL CEO el arquitecto Enrique Norten, fundador del despacho Ten Arquitectos, quien ha sido galardonado por ejemplo con el Premio ‘Legacy Award’ por parte de la Smithsonian Institution en 2007, por sus contribuciones a las artes y la cultura, así como el ‘Premio a la Excelencia en Arquitectura y Diseño’ en 2008.

Norten, que enlista en su portafolio proyectos de paisajes urbanos, centros de investigación, o centros culturales como el Cine Cosmos en la CDMX o el Museo de Arte Moderno de Medellín, considera que la pandemia abre al debate cómo deben ser construidas las ciudades y cómo habitarlas.

EL CEO: ¿Qué cambios genera la pandemia en la concepción del espacio público?

Enrique Norten: Yo creo que las reflexiones son variadas, la gran preocupación son las ciudades que de alguna manera han sido demonizadas y utilizadas como el chivo expiatorio de esta desafortunada contingencia.

Aunque el problema no es la densidad poblacional, se ha dicho que surgen problemas de pobreza, de hacinamiento, o de violencia y eso se ha achacado a las ciudades. Lo que ha generado eso no es la ciudad, es un mal planteamiento de ciudad, tenemos ciudades desintegradas, desiguales, poco diversas y fragmentadas.

El debate debe estar en cómo tener una ciudad más sustentable, equitativa y diversa, porque se necesita la densidad. La CDMX por ejemplo, es una ciudad muy poco densa, muy horizontal.

EL CEO: ¿Cómo combinar la necesidad de tener una ciudad más densa poblacionalmente con espacios de vivienda suficiente, en un contexto donde la demanda ha elevado los precios de la vivienda expulsando población?

E.N: Debemos entender que nuestra vivienda y la ciudad son una misma entidad. Es muy importante dejar de pensar que la definición de vivienda son los cuatro o seis muros que definen nuestro contrato de renta o la escritura de la propiedad.

Esas barreras entre lo mío y lo tuyo, el interior y exterior lo que hemos visto es que tiene que empezar a disolverse porque la vivienda también es la calle, la escuela, la clínica, nuestro barrio.

Hay países donde las familias viven en 30 metros cuadrados, no en 70 como aquí, pero su entorno les ofrece esos complementos y condiciones de calidad vida. Por eso es que vivimos en ciudades, porque nos deben proveer de oportunidades a todos, oportunidades parejas, el problema es cuando eso no ocurre.

Nuestra vida la hacemos una parte de manera personal o familiar y otra parte es comunal y barrial, y esa integración de ambas es lo que creo que hay que comenzar a replantear, en niveles barriales o de colonias de tal suerte que podamos extender la vivienda más allá de los muros que la definen.

EL CEO: ¿Dentro de esto se puede concebir los proyectos de usos mixtos que incorporan centros comerciales o zonas de trabajo con unidades habitacionales?

E.N: Lo que describes son proyectos pensados para un nicho muy menor. Lo importante es que el barrio sea una zona que ofrezca los verdaderos servicios, no la alberca.

Es que ofrezcan el lugar donde compras, el que te da salud, la guardería, todos los servicios y facilidades que cada familia necesita. No me refiero al lujo del gimnasio, sino a la escuela de los hijos, la sucursal bancaria, la biblioteca y esto sin tener que desplazarse demasiado, como desafortunadamente ocurre en otras comunidades. También significa crear redes de movilidad más integradas y más amables.

Eso es lo que al final del día nos daría una mejor calidad de vida y haría que nuestra vivienda se convierta la ciudad como parte de nuestra vivienda, eso es la extensión de nuestros muros.

EL CEO: ¿En México vamos hacia allá?

E.N: Algo que ya se había visto desde antes de la pandemia es que se han cometido muchos errores en el planteamiento de las ciudades. Vemos que de esas que llamamos vivienda social, hay cientos de miles abandonadas, porque las ciudades dormitorio no les funcionan a las familias. No se trata de darles los 60 o 70 metros cuadrados y un número de baños.

Significa que podamos dar oportunidades de educación, de movilidad social, y que esa es la razón por la que ahora se forman las ciudades y por lo que la gente viene a ellas.

Ya no son las ciudades medievales que tenían una razón de seguridad o de defensa en condiciones de guerra, sino que es de las pocas condiciones que dan a la mayoría de la población las oportunidades de reducir la distancia entre pobreza y riqueza. Lo que hay que hacer es establecer esa cancha pareja.

EL CEO: ¿De qué manera se inserta el boom inmobiliario en la idea de ciudades más igualitarias?

E.N: Es importante esa inversión, mientras exista la demanda de vivienda, de comercio o de oficinas. Lo que no se necesita es la fragmentación de la ciudad. Lo que no debe seguir pasando es que se conviertan en cotos de desarrollo.

Esa misma inversión debería estar más diversificada e integrada a la trama general de la ciudad y ayudarnos a crear este equilibrio entre la masa (el espacio físico y material) y el vacío de la ciudad.

EL CEO: ¿Hacen sentido entonces megaproyectos como Mitikah, por ejemplo?

E.N: La ciudad necesita inversión y necesita seguir creciendo y seguir atrayendo oportunidades y para eso necesitas tener mejores condiciones de productividad y estoy seguro que el intento de Mitikah es ese. A lo mejor hay ciertos replanteamientos que se podrían hacer en términos de urbanismo, de continuidad e integración de la trama urbana.

Al final del día creo que debe seguir desarrollándose esa ciudad policéntrica. No creo que haya que prohibir ese tipo de inversión, al contrario, pero tienen que trabajar mejor los empresarios con los funcionarios de gobierno. La autoridad, los empresarios, los inversionistas, deben crear alianzas más sólidas para que se atiendan los intereses de todos.