Del total de las viviendas ocupadas en el país, el 15.92% son arrendadas, mientras que en el censo de 2010 el segmento representaba 14.03% del total de los hogares habitados, además se espera que el crecimiento sea mayor en los próximos años.
En la Ciudad de México la proporción es mayor, alcanzando 24.37% y “la situación actual empujará las tendencias, pues mientras se recupera la confianza, el sector inmobiliario está viendo una posibilidad real en el arrendamiento”, señala Javier Tapia director ejecutivo de Previsión Legal en el estudio “Vivienda económica ¿Quién la va a construir?”.
En esto coinciden los desarrolladores: “a los grandes inversionistas les encanta la vivienda en renta profesional porque es una inversión más estable que otro tipo de activos”, mencionó Augusto Rendón, miembro de la Asociación de Vivienda en Renta (AVER), durante el evento anual de los agremiados el 2 de septiembre.
Los desarrolladores en AVER, fundada en 2017, tienen actualmente más de 2,000 unidades de vivienda en construcción y 5,067 en operación, cifra que estiman duplicar con los proyectos que se encuentran en predesarrollo, de acuerdo con la información enviada a la prensa.
Y no son los únicos con interés por participar en ese mercado, pues otros organismos como la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, delegación Ciudad de México y la Academia de Ingeniería están desarrollando un Fideicomiso de Inversión en Bienes Raíces e Infraestructura (Fibra) para vivienda en renta de segmento medio.
El auge de la industria
El crecimiento de la industria que se observa actualmente responde a dos motivos, identifica Javier Tapia. Por un lado, la situación económica de los jóvenes, “pues tiene que ver con un limitado acceso al capital o bajas posibilidades de ahorro”.
En México, 71.7 millones de personas no cuentan con acceso a la seguridad social, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), lo que además de limitar el acceso a servicios de salud implica no tener ahorro para el retiro ni fondo para la vivienda, a lo que se le suman bajos salarios y malas prácticas de subcontratación.
La segunda razón está relacionada con nuevos estilos de vida con mayor movilidad laboral y de residencia. “El inmueble rentado da la posibilidad de resolver la necesidad de vivienda sin contar con capital y además les da la flexibilidad que buscan para vivir cerca de sus trabajos”.
Con información de Liz Cervantes y Carmen Luna