El fin de CIBanco, Vector e Intercam: todos los caminos llevan a Pablo Gómez
En abril pasado, el equipo encabezado por John K. Hurley, subsecretario del Tesoro de Estados Unidos para Terrorismo e Inteligencia Financiera, junto con la FinCEN, dirigida por Andrea Gacki, solicitó a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) —entonces bajo el mando de Pablo Gómez— información sobre tres instituciones hoy al borde de la desaparición.
El desenlace de CIBanco, Vector Casa de Bolsa e Intercam pudo ser muy distinto si el funcionario, ahora pieza clave en la reforma electoral de la 4T, no hubiera archivado las peticiones de Washington.
El jueves 9 de octubre por la tarde, los rumores de que algo grave se avecinaba en CIBanco comenzaron a tomar fuerza. Empleados compartieron con este periodista mensajes internos que anticipaban un desenlace fatal. Horas más tarde, el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) confirmó lo inevitable: la liquidación del banco.
En las primeras horas del viernes, CIBanco —que solamente pudo vender su negocio fiduciario a Multiva y su cartera automotriz a BanCoppel— inició un proceso escalonado de despidos. “Nada está claro”, reconocieron empleados consultados. Lo cierto es que muchos perderán su trabajo, y quien pudo evitarlo optó por la lealtad política antes que por la estabilidad del sistema financiero.
¿Quién dio la orden?
La instrucción de Pablo Gómez de archivar el tema tuvo una razón: proteger a Alfonso Romo, entonces dueño de Vector y uno de los hombres más cercanos al expresidente Andrés Manuel López Obrador. Una decisión que terminó sacudiendo al sistema financiero mexicano.
Pocos saben que la información requerida por el Tesoro estadounidense sí fue enviada, en tiempo y forma, por los equipos de CIBanco e Intercam. Por eso, después de tres meses de silencio de la UIF, el anuncio del FinCEN del 25 de junio tomó por sorpresa a los dueños de ambas instituciones, Jorge Rangel de Alba Brunel y Eduardo García Lecuona, quienes buscaron explicaciones directamente con el secretario de Hacienda, Édgar Amador.
Hoy, CIBanco y Vector yacen al borde de la extinción. Intercam, en cambio, logró vender su negocio a Kapital Bank y salvar algo del naufragio. Pero el costo de la negligencia fue alto: un golpe a la credibilidad del sistema financiero y una muestra del precio que se paga cuando la política se impone al oficio técnico.
Aun así Gómez no solo fue premiado con impunidad, sino con poder: ahora es el encargado de la reforma electoral que pretende desmantelar al INE.
Los otros culpables del golpe letal a CIBanco, Vector e Intercam
La CNBV también falló. El manejo de la crisis le costó el cargo a su presidente, Jesús de la Fuente Rodríguez, considerado por los propios reguladores como uno de los peores en la historia del organismo. La intervención sobre las tres instituciones sirvió de poco, aunque en Hacienda insisten en que se “salvaguardaron los ahorros”.
CIBanco se quedó con lo que ya es cascajo: una casa de bolsa que lleva meses sin operar, pese a que el plazo del FinCEN para dejar de hacerlo en Estados Unidos vence el 20 de octubre. Y cuando Bitso mostró interés en comprarla, la propia Secretaría de Hacienda bloqueó la operación.
En Vector, las cosas no fueron mejores. La nueva administración encabezada por la interventora Itzel Moreno, frustró las negociaciones con firmas interesadas —como IPG y Mifel— y terminó pactando con Finamex la transferencia de cuentas y la compra de la operadora de fondos. Pero los días de la casa de bolsa también están contados.
En el fondo, este episodio revela algo más profundo: la captura política de los reguladores financieros. Mientras Washington pedía transparencia, en México la consigna fue el silencio. Y ese silencio, disfrazado de lealtad, terminó costando instituciones, empleos y confianza.
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