La inseguridad y la falta de infraestructura ocasionaron que Cancún, Colima, Celaya y Moroleón se ubiquen como las ciudades con menor competitividad del país, es decir, ostentan la menor capacidad para generar, atraer y retener talento e inversión.

El Índice de Competitividad Urbana 2024 (ICU) del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), evaluó 66 ciudades que representan más de 62% de los mexicanos a partir de 35 indicadores agrupados en seis subíndices.

Además, según la calificación, el ICU se divide en seis niveles de competitividad: muy alta, alta, media alta, media baja, baja y muy baja. Las ciudades se fraccionan en cuatro grupos por tamaño de población: 20 en más de un millón de habitantes, 18 en de 500,000 a un millón, 20 en de 200,000 a 500,000 y 20 en menos de 250,000 personas.

En el primer grupo, de más de un millón de habitantes, seis ciudades se colocaron en un nivel de competitividad baja: León, Puebla-Tlaxcala, Toluca, Cuernavaca, Tijuana y Cancún.

Principal destino turístico, poca competitividad

La peor ciudad calificada en este grupo fue Cancún al alcanzar 25 puntos de 100 posibles. De los seis indicadores del ICU, que son derecho, sociedad y medio ambiente, infraestructura, mercado de trabajo, sistema político y gobierno, innovación y economía, uno se posicionó en muy baja competitividad.

Dicho indicador fue el de sociedad y medio ambiente; en este, resaltan los lugares 65 de 66 ciudades en residuos sólidos (1.7 kg diarios por habitante), y 64 en personal de salud (27.9 por cada 10,000 habitantes).

Mientras dos indicadores obtuvieron un nivel bajo de competitividad: derecho e infraestructura. En el primero resaltan las posiciones 64 en agresión a periodistas (23.7 por millón de habitantes) y 57 en robo a vehículos (4.8 por cada mil autos registrados).

En el segundo, ocupó peldaños 57 en víctimas en accidentes relacionados con transporte (198.7 por cada 100,000 habitantes), 59 en camas de hospital (5.9 por cada 10,000 personas) y 63 en costo de electricidad (1,869 pesos por megawatt-hora).

Sin embargo, del lado positivo, el Caribe mexicano resaltó como el segundo mejor del país en crecimiento del PIB (9.8% promedio en los últimos tres años) y ocupación hotelera (76.9%), así como el terceo en ingreso propios (63.6% de los ingresos totales).

Poca percepción de seguridad en Celaya afecta competitividad

Para el grupo de 500,000 a un millón de habitantes, las ciudades con un nivel de competitividad baja son Acapulco, Matamoros y Celaya; de éstas, el territorio del estado de Guanajuato presentó la menor calificación, de 25 puntos.

Celaya fue último lugar en tres variables: percepción de inseguridad (10.5% respondió sentirse seguro), jornadas laborales de más de 48 horas (39.8% de los ocupados) y ocupación hotelera (25.7%).

Aunque también ocupó la posición 60 de 66 ciudades en tasa de homicidios (83.9 por cada 100,000 habitantes) y salario mensual para trabajadores de tiempo completo (8,140 pesos).

Sus mejores resultados fueron un cuarto lugar en víctimas en accidentes relacionados con el transporte (27.4 por cada 100,000 personas) y un quinto escalón en producto medio del trabajo (412 pesos por hora trabajada).

Colima con la peor tasa de homicidios

En tanto, en el grupo de 250,000 a 500,000 habitantes, las ciudades con un nivel de competitividad baja son Chilpancingo, Ciudad Obregón, Ciudad Victoria, Zacatecas-Guadalupe y Colima-Villa de Álvarez.

Esta última apenas consiguió 25 puntos del ICU. El peor desempeño en Colima se dio en tasa de homicidios (128 por cada 100,000 habitantes), ocupando la última posición nacional.

A lo anterior se suman los lugares 57 en agresiones a periodistas (11.7), 60 en ocupación hotelera (35.5%) y 64 en crecimiento del PIB (1.4%). Al otro extremo, consiguió ser el tercer mejor de México en captación de tratamiento de agua en operación (3.7 litros por segundo por cada mil habitantes).

El “malo”

Ya en el último grupo, de menos de 250,000 habitantes, solamente Moroleón-Uriangato está en un nivel de competitividad baja, con 25 puntos. De las 35 variables consideradas en el ICU, en seis fue el peor.

Estas variables fueron brecha de ingresos por género (38.1 veces la diferencia del ingreso promedio de mujeres y hombres), salario mensual para trabajadores de tiempo completo (7,181 pesos), empresas con más de 50 empleados (0.3% de empresas).

Así como informalidad laboral (85.7% de la población ocupada), víctimas en accidentes relacionados con el transporte (531.4 por cada 100,000 habitantes) y uso de servicios financieros (1.2 tarjetas de débito y crédito por adulto).

Los mejores

Por su parte, las ciudades más competitivas fueron Saltillo, Hermosillo, La Paz y Guaymas. El primero, en el grupo de más de un millón de habitantes, tiene la primera posición por un bajo nivel de incidencia de homicidios (posición 5) y de robo de vehículos (7).

En el caso de Hermosillo, en el rango de entre 500,000 y un millón de habitantes, sobresale en el producto promedio por hora trabajada (lugar 4) y en el menor porcentaje de hogares que dependen de agua surtida en pipas (primera posición).

Para el grupo de 250,000 a 500,000 habitantes, La Paz muestra una de las mejores cifras en percepción de seguridad de la población adulta (posición 3) y tiene unos de los mayores porcentajes de ocupación hotelera.

Con menos de 250,000 habitantes, Guaymas resalta en el número de centros de investigación en proporción de su población económicamente activa (posición 12) y el porcentaje de su cobertura educativa de la población menor a 15 años.

Recomendaciones

El ICU mide la capacidad de las ciudades mexicanas para generar, atraer y retener talento e inversión. Una ciudad competitiva es aquella que maximiza la productividad y el bienestar de sus habitantes.

A partir de esta radiografía de las ciudades, el IMCO propone recomendaciones específicas de política pública, todas ellos enfocadas en potenciar la actividad económica local en un entorno sostenible para sus habitantes.

Entre estas recomendaciones, recalca privilegiar la construcción de nuevos parques industriales y la ubicación de más empresas en los existentes para fomentar la instalación de centros de investigación cercanos a las zonas urbanas.

En Infraestructura. Impulsar los mecanismos de asociación público-privada en la construcción y mantenimiento de la red de abastecimiento de agua potable, para que la industria no compita por el acceso con los hogares. Esto garantizará a las empresas un suministro confiable y mejorará la calidad de acceso para la población

detalla el instituto.

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