El gasto de los gobiernos federal, estatal y municipal es el único componente de la economía mexicana que todavía no se recupera de los estragos de la pandemia de COVID-19.
La importancia del consumo de los gobiernos en la actividad económica del país radica en que aporta 12% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
De acuerdo con datos desestacionalizados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el consumo de gobierno ascendió a 2.19 billones de pesos al cierre del tercer trimestre del año en curso.
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Este monto se ubicó 1.0% por debajo de los primeros tres meses del 2020, previo al lapso de total confinamiento y paro de actividades no esenciales por la emergencia sanitaria.
El consumo de gobierno comprende, según el Inegi, el gasto corriente total del gobierno en todos sus niveles institucionales, es decir, federal, de los estados y de los municipios, de la Ciudad de México, así como las instituciones de seguridad social (se excluyen de los gastos corrientes del gobierno general los que efectúan organismos tales como el correo y los distritos de riego).
Efecto multiplicador
El bajo gasto de los gobiernos tendrá un efecto multiplicador en las variables de la economía mexicana, particularmente en el consumo privado, el indicador más importante del PIB nacional con una participación de 69% del total.
El consumo privado se colocó 4.3% por encima de los niveles prepandemia, demostrando que los hogares del país esquivaron el contexto de una elevada inflación.
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Para Bx+, la inflación, si bien se moderará con mayor claridad en los próximos meses, permanecerá elevada.
En línea con ello, el grupo financiero prevé que las tasas de interés suban hasta inicios del 2023.
Además, la desaceleración económica esperada para el próximo año en México y Estados Unidos debilitará la creación de empleos y la captación de remesas, respectivamente
advirtió Bx+ en una nota.
Los factores que implicarán un menor crecimiento del consumo privado el año próximo, agrega, serán la constante erosión del poder adquisitivo, condiciones crediticias más astringentes, bajo dinamismo laboral y la creciente incertidumbre económica, especialmente en aquellos componentes más discrecionales.
Al alza
Los otros componentes de la demanda global mostraron alzas frente al primer trimestre del 2020: las exportaciones de bienes y servicios y la formación bruta de capital fijo.
Las tasas de crecimiento fueron de 9.8% para las exportaciones, muestra del repunte de la economía estadounidense en el tercer trimestre tras permanecer en una fase recesiva en la primera mitad del año, y de 1.5% de la formación bruta de capital fijo, manifestando mayor confianza de la cadena productiva.
Si se consideran estas fuentes de crecimiento para el PIB real (1.3%), como componentes de la demanda final, se observa que solamente el consumo de gobierno impactó de forma negativa en la economía mexicana.