Dos empleados de Deutsche Bahn alegaron que algunos altos cargos de la empresa ferroviaria estatal malversaron fondos corporativos como parte de un fraude generalizado en uno de los proyectos de infraestructura más grandes de Europa, informó el medio inglés Financial Times.

Mientras se llevaba a cabo una investigación sobre las acusaciones, uno de los empleados fue despedido. Por temor a represalias, el segundo denunciante interrumpió abruptamente el contacto con el personal de cumplimiento.

Las acusaciones y sus consecuencias, que una investigación del Financial Times descubrió a través de documentos y entrevistas con personas familiarizadas con el caso, se sumarán a la controversia sobre el proyecto de infraestructura más caro y polémico de Alemania: una nueva estación de tren subterráneo en Stuttgart.

El plan, conocido como Stuttgart 21, está financiado por el gobierno alemán, la Unión Europea (UE), el estado de Baden-Württemberg y la ciudad de Stuttgart. Ha sido supervisado desde 2017 por el exjefe de gabinete de Angela Merkel, Ronald Pofalla, ahora ejecutivo de Deutsche Bahn.

El Stuttgart 21 se ha hecho famoso por sus retrasos y sobrecostos presupuestarios, lo que lo coloca en una lista infame junto al aeropuerto de Berlín y la Filarmónica del Elba de Hamburgo.

El precio inicial de 2,500 millones de euros se ha disparado a 8,200 millones de euros. En 2016, el Bundesrechnungshof de Alemania, la máxima autoridad de auditoría gubernamental del país, advirtió que los costos podrían aumentar a 10,000 millones de euros y reprendió al gobierno de Merkel por deficiencias graves en su supervisión.

El Financial Times agregó que en 2016 el departamento de cumplimiento de Deutsche Bahn recibió repetidas advertencias desde el interior de la empresa de que una parte significativa de la inflación de costos fue causada por una mala gestión flagrante y una sospecha de corrupción.

Un denunciante estimó que la presunta mala conducta resultó en 600 millones de euros en costos innecesarios para Deutsche Bahn. Ambas fuentes afirmaron que algunos altos directivos habían encargado trabajos superfluos y sospechaban que podrían estar recibiendo sobornos.

“¡La auditoría de grupo debe actuar con rapidez y decisión! El cumplimiento debe evaluar quién está recibiendo beneficios personales de este comportamiento ”, advirtió un denunciante en julio de 2016 en una nota vista por el FT.

Deutsche Bahn es una empresa estatal con 40,000 millones de euros en ingresos anuales que también es propietario del operador de autobuses Arriva, con sede en el Reino Unido. 

El grupo, que no cotiza en bolsa, es objeto de críticas persistentes en Alemania por el mal servicio, los frecuentes retrasos y la cancelación de trenes. En 2020 registró una pérdida neta de 5,700 millones de euros y 37,000 millones de deuda neta.

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