Las autoridades estadounidenses enviaron un mensaje de aliento a una investigación bastante infructuosa desde hace 20 años al aprobar esta semana un medicamento contra el Alzheimer, pero la cura de esta enfermedad parece estar lejos.
¿Qué ha pasado?
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos autorizó el lunes un tratamiento contra el Alzheimer, llamado Aduhelm y desarrollado por la empresa estadounidense Biogen.
Es un hecho que no se había producido desde 2003. Y antes, los tratamientos autorizados sólo respondían a los síntomas del Alzheimer, pero no a las causas de esta enfermedad.
El tratamiento de Biogen busca destruir las placas formadas por ciertas proteínas, llamadas “amiloides”, en el cerebro de los enfermos. Estos depósitos comprimen las neuronas y son uno de los principales factores del Alzheimer, que traen consigo la pérdida irremediable de memoria.
¿Punto de inflexión?
Es “un punto de inflexión en la investigación de nuevos tratamientos revolucionarios contra la enfermedad de Alzheimer”, estimó en un comunicado Hilary Evans, directora de la fundación británica Alzheimer’s Research.
Los enfermos y sus familias tienen por fin un anuncio concreto tras casi dos décadas sin nuevos avances en materia de tratamientos.
“Es un periodo durante el cual se ha avanzado mucho en la comprensión de la enfermedad –cómo se declara, por qué se declara– y sobre su diagnóstico”, especialmente en su estado precoz, afirmó Stéphane Epelbaum, neurólogo y investigador en el hospital Pitié Salpêtrière de París.
“Pero todos estos avances son difíciles de transferir en progresos terapéuticos”, agregó.
Mientras tanto la enfermedad gana terreno como consecuencia del envejecimiento de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla al menos de una treintena de millones de casos en el mundo, aunque a menudo es difícil diferenciar el Alzheimer de otras demencias.
¿Es posible curarse ahora del Alzheimer?
No, la cura de esta dolencia todavía no es posible.
“Me temo que haya una esperanza desmesurada sobre la eficacia del tratamiento” de Biogen, advierte Epelbaum.
El medicamento, con un precio que supera los 50,000 dólares por año, sólo está destinado a una pequeña parte de los enfermos, en un estado muy precoz de la enfermedad. E incluso en ellos, la eficacia es limitada.
El Alzheimer no avanza muy rápido y, en los 18 meses durante los cuales se probó el tratamiento de Biogen, las pruebas cognitivas sólo mostraron una pequeña diferencia entre los enfermos que lo tomaron y los que recibieron un placebo.
El grupo farmacéutico además causó confusión cuando anunció en 2019 el fracaso de uno de sus ensayos, aunque luego dio marcha atrás en sus declaraciones.
Un comité de expertos aconsejó a la FDA rechazar el tratamiento. En la Unión Europea y Reino Unido, donde Biogen también pidió la autorización, parece que el proceso será más lento.
¿Tendría que haber esperado Estados Unidos? No necesariamente, porque su decisión permitirá evaluar la eficacia del tratamiento en el mundo real.
¿Y las otras investigaciones?
Otras investigaciones llevadas a cabo por grandes grupos continúan, aunque algunas farmacéuticas, como el estadounidense Pfizer en 2018, renunciaron a avanzar en ese campo.
“Para los industriales que investigan sobre esta enfermedad (la decisión de la FDA) sigue siendo un mensaje positivo porque si no hay un verdadero riesgo de abandonar pura y simplemente las investigaciones”, considera Epelbaum.
Varios laboratorios estadounidense anunciaron resultados alentadores este año, como Eli Lilly que también busca destruir las placas amiloides, la principal pista en los estudios de estas últimas décadas.
Otra empresas siguen estrategias diferentes pero también obtienen datos positivos. Annovis, por ejemplo, se centra en las proteínas llamadas Tau, también relacionadas con el Alzheimer. Y Cassava intenta evitar la formación de placas amiloides, en lugar de destruirlas.
Pero en estos tres casos, los resultados son reducidos porque las investigaciones se llevaron a cabo en pocos pacientes.
“Ningún medicamento —por bueno que sea— no será la única solución al Alzheimer”, concluyó el miércoles en Twitter el neurólogo Jonathan Schott, de la University College de Londres, insistiendo en la prevención de estas demencias.