Con la llegada del virus SARS-CoV2, las autoridades de Salud ordenaron la suspensión de las actividades no esenciales para retirar del espacio público a la mayor cantidad de personas posibles, con lo que la vivienda se ha convertido en el lugar donde los mexicanos están atravesando la pandemia, aunque no todos en las mejores condiciones.
“Para algunos, esto ha sido una experiencia agradable en tanto que se han podido quedar a disfrutar de sus espacios en casa con la familia, pero no son todos. Nos hemos topado con la realidad de que las familias con este tema del quedarse en casa han tenido que hacerlo en situación de hacinamiento”, dijo Paloma Silva, especialista en Financiamiento a mercados de Vivienda y Desarrollo Urbano en Latinoamérica y el Caribe y representante del Banco Interamericano de desarrollo, durante un foro digital organizado por la consultora de mercado Softec.
El hacinamiento se da cuando más de 2.5 personas habitan un mismo dormitorio, situación que se presenta en 8.4% de las viviendas del país, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En circunstancias normales se ha encontrado que esa condición de vivienda insuficiente tiene efectos en la salud mental de los habitantes, pues de acuerdo con el Consejo, existe evidencia de que el hacinamiento está relacionado con el aumento de la incidencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales, situación que se agudiza en condiciones de pobreza y carencia de servicios básicos adecuados, así como con la aparición de contagios de COVID-19.
Un índice elaborado por el Centro CEMEX-Tecnológico de Monterrey para el Desarrollo de Comunidades Sostenibles arrojó que por hacinamiento y mala calidad de la vivienda, así como por rezago en el acceso de servicios básicos, existen municipios más vulnerables a ser afectados por la pandemia por Sars-CoV 2.
De acuerdo con sus hallazgos, 15.26%, es decir 373 de los 2 mil 444 municipios del país, tienen una vulnerabilidad alta y 1.6%, es decir 40 municipios, registran una vulnerabilidad muy alta.
Oaxaca es la entidad que concentra el mayor número de municipios con una vulnerabilidad muy alta, seguida de Puebla y Veracruz.
“Las personas que habitan en viviendas precarias, es decir, con pisos de tierra, muros y techos de materiales endebles o de desecho y que además se sitúan en lugares demográficamente densos, con poco o casi nulo acceso a servicios básicos como agua potable y drenaje, tienen un mayor riesgo de contagio comunitario frente al COVID-19 ya que tienen limitado espectro de acción de seguir las recomendaciones de la OMS”, señaló Carmen Armenta Menchaca, líder área de Vivienda del Centro CEMEX-TEC.
“La idea principal detrás de este índice es ubicar estas viviendas y medir cuánto influyen tanto su materialidad como su nivel de carencias en la propagación de la enfermedad; para así contar con datos estadísticos que ayuden a dirigir las acciones, así como influir en el diseño de políticas públicas que promuevan mejoras en este tipo de viviendas”.
De acuerdo con Paloma Silva, la pandemia trajo nuevos retos en la concepción de la vivienda.
“Antes se había promovido el espacio público reduciendo el espacio privativo, entonces ahora vas a tener una familia de 8 o 10 personas en un espacio de 40 metros cuadrados durante tres meses o más. Eso realmente complica la relación con el espacio público porque muchos de estos espacios se han convertido en centros de contagio. Tampoco nos habíamos planteado que el Wi-Fi sería casi tan importante como el agua potable, eso a nivel internacional está abriendo una discusión de cómo debería ser la vivienda”.