La crisis provocada por el coronavirus ha provocado que instituciones internacionales, catedráticos e incluso emprendedores inviten a la población en general a repensar los hábitos que mantenían previo al aislamiento. Uno de estos hábitos es el de la compra constante de prendas de “fast fashion”, que ahora enfrenta una oposición enfocada en la economía circular.
El objetivo es reducir el consumo, el desperdicio y la contaminación proveniente de los procesos de fabricación de distintos sectores. En el caso de la moda, las propuestas incluyen básicos como utilizar prendas viejas para fabricar cubrebocas, pero también alternativas más radicales como modelos de renta de ropa.
La empresa holandesa MUD es uno de los pioneros en estas iniciativas. Su modelo de negocios se basa en la posibilidad de rentar pantalones de mezclilla durante un año, a un costo de 7.5 euros mensuales (alrededor de 195 pesos). Al terminar el año, el cliente puede decidir entre quedarse con los pantalones, cambiarlos por una prenda nueva o enviarlos de vuelta para ser reciclados.
La compañía presume procesos éticos de fabricación, con materiales veganos y cero impacto ambiental. De hecho, una de las opciones de compra es enviar un pantalón viejo para que pueda ser reciclado y obtener un descuento en el precio de la nueva prenda.
Las prendas están fabricadas en Túnez por Yousstex, una compañía que ha maquilado para grandes empresas y que, tras la revolución en su país de origen, comenzó una transformación para convertirse en “la alternativa más ética en una de las industrias más sucias del mundo”.
“De lo que estamos hablando es dejar de enviar cosas a basureros y enfocarnos en encontrar otras formas de mantener valor en la economía”, dijo Jennifer Russell, una catedrática de economía circular en Virginia Tech, en entrevista con el NYT. “Cuando hagamos eso con productos y materiales, podremos contrarrestar muchos de los impactos negativos que ocurren en las cadenas de fabricación”.
La tendencia ha sido adoptada por otros jugadores de la industria como Rent the Runway, una empresa que se enfoca en la renta de vestidos y trajes para eventos especiales, y que recientemente ha incursionado también en prendas más comunes.
También hay empresas como Fernish, que ofrecen muebles en renta, aprovechando los ciclos de moda inspirados por plataformas como Instagram y Pinterest. Cada mueble tiene un costo mensual de entre 40 y 50 dólares (entre 800 y 1,000 pesos), y la compañía entrega, recoge y limpia los muebles entre rentas.
Las estrategias circulares no están limitadas a la industria del consumo. la fundación Ellen MacArthur, una ONG británica que promueve la sustentabilidad, estima que el uso de estas estrategias en cinco áreas clave (cemento, aluminio, acero, plástico y comida) podría reducir las emisiones de carbono provocadas por sus respectivas industrias en alrededor de 310 millones de toneladas anuales.
“Cada vez que evitamos minar algo, fabricarlo o enviarlo a alguna parte estamos reduciendo la huella de carbono asociada a ese producto o material”, dijo Russell, quien además señaló estas prácticas como un problema reciente. “Hace cien años esto era una cuestión de sentido común”.