El gobierno federal está impulsando de manera más decidida el desarrollo de la vivienda de bajo costo, aunque no desde la producción empresarial, sino a partir de la autoconstrucción, lo cual ha generado preocupación entre algunos sectores de la población.
La vivienda autoconstruida y de autoproducción, es decir, cuando interviene alguna agencia productora de vivienda como el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonapo) son la principal fuente de la edificación habitacional.
Del 21.6 millones de viviendas particulares habitadas propias existentes en el país, 24.07% son autoconstruidas, 33.42% se mandó construir, y 69.8% se financia con recursos propios de los hogares, de acuerdo con datos de la encuesta intercensal 2015 del INEGI.
Además de que en derrama económica también es el sector que más aporta con 44.3% del PIB de vivienda. Ante ello el gobierno federal ha decidido invertir más en ese segmento a través de los distintos organismos de vivienda.
El Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit) recordó durante una de las conferencias vespertinas sus esquemas de crédito a la autoconstrucción por hasta 528,000 pesos y de mejoramiento por 125,000 pesos, de los cuales esperan colocar alrededor de 10,000 acciones durante el 2020.
El Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Fovissste) también lanzó un crédito a la autoconstrucción de 1.13 millones de pesos; prevén colocar entre 3,000 y 5,000 acciones durante el año.
Adicionalmente, la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano destinará 10,800 millones de pesos en subsidios para alcanzar 50,000 beneficiarios que tendrán apoyos de hasta 500,000 pesos para la construcción de las viviendas.
“Es un esfuerzo sin precedentes”, dijo Marco Antonio Gutiérrez, presidente de la Cámara de Empresas Consultoras (CNEC), sin embargo, ese impulso también causa algunas preocupaciones.
El de mayor gravedad es el acompañamiento técnico, para que las familias construyan hogares que sean estructuralmente seguros y que en caso de desastre natural resistan y que sean suficientes en términos de la existencia de servicios básicos.
Los tres organismos gubernamentales cuentan con prototipos y protocolos de construcción que buscan que la vivienda se construya considerando factores climáticos y culturales según la región en la que se inserte, además de que proveen acompañamiento técnico para agilizar el tiempo y mejorar la calidad del hogar, no obstante, para los objetivos de estos créditos y subsidios la capacidad federal puede ser insuficiente, opina el presidente de CNEC.
“La gente compra sus ladrillos y piensa que construir es poner un ladrillo sobre otro y el sismo del 2017 demostró que eso es un peligro altísimo. Con esta preocupación en mente sugerimos un Acuerdo Nacional para aterrizar el programa de construcción con ingenieros y arquitectos para que en cada cabecera municipal se pueda dar asesoría técnica a la gente que va a comenzar un proceso de construcción” dijo el directivo.
La organización mandó en marzo una carta al gobierno federal en la que solicitaba formalizar el acuerdo, aunque según Marco Antonio Gutiérrez, no han recibido respuesta.
La premisa del acuerdo es que haya en cada una de las 2000 cabeceras municipales ingenieros y arquitectos que den supervisión y acompañamiento técnico a las familias, a cambio del 10% del costo de la obra.
Para el gobierno federal, estos apoyos son una forma de hacer que el recurso sea mejor aprovechado por las familias pues se eliminan los intermediarios.
Sentimos que de esa manera les va rendir más el crédito, ya no necesariamente tiene que ser una empresa a la que le da el dinero, muchas veces con ese mecanismo pierde hasta más de la mitad de su crédito porque la casa o el departamento que le entrega vale más de lo debido, de lo que realmente cuesta por la corrupción; o se hace una unidad habitacional en barrancas, o en zonas apartadas. Y si lo hace el beneficiario va ser mucho mejor,
dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante conferencia de prensa.
Tales declaraciones causaron molestia entre cámaras industriales como Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda y la Federación de Arquitectos e Ingenieros a quienes les preocupa por un lado la descalificación y por otro que se les relegue en la tarea de desarrollar vivienda.
Aunque también es visto por la administración como una oportunidad de desarrollar economías locales, considerando además que la vivienda de bajo costo es de los productos menos producidos por las vivienderas.
“La vivienda social de entre 200,000 y 300,000 pesos ya no es representativa para el mercado” dijo Eugene Towle, director de la empresa de consultora Softec en entrevista previa.
Las principales productoras de vivienda de bajo costo durante los últimos 20 años han atravesado crisis que las llevaron a la quiebra, como el caso de GEO y SARE, además de las que atraviesan dificultades como HOMEX y URBI.
Las restantes, desde la extinción del subsidio a vivienda de bajo costo han enfocado sus negocios en el desarrollo de vivienda media, con precios superiores a los 700,000 pesos.
La autoconstrucción es una alternativa que pondrá a prueba la eficiencia de las economías a escala y al final a lo que esto orilla es a probar los modelos de negocios. También habrá que ver que en principio la autoconstrucción parece que es más barato, pero si no se hace correctamente puede ser contraproducente dijo Marco Antonio Gutiérrez.