La renuncia de Carlos Romero Deschamps al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) cimbró la estructura de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pero su caída no fue más que un adelanto del terremoto que se aproxima y que quieren evitar los dirigentes de la conferencia sindical más grande del país.
La reforma a la Ley Federal del Trabajo aprobada el 29 de abril de este año impone sanciones a los actos que atenten “contra la democracia sindical”, es decir, que se limite el poder de los trabajadores para elegir a sus dirigentes a través del “voto libre y secreto en las elecciones de las directivas”.
Las sanciones para estas prácticas van de 300 a 800 unidades de Medida y Actualización (UMA), independientemente de las sanciones “previstas en otros ordenamientos legales y de las consecuencias jurídicas que procedan conforme a derecho”, dice la reforma impulsada por Pedro Haces Barba, Senador de Morena.
Para evitar las elecciones democráticas entre sus sindicatos agremiados, la CTM promovió 600 recursos contra la reforma laboral en el último trimestre. De ellos obtuvieron 30 suspensiones definitivas en Jalisco, San Luis Potosí, Tamaulipas, Baja California Sur y Chihuahua, según dijo Ángel Celorio, jurídico de la central obrera a La razón.
El objetivo: que la Suprema Corte de Justicia de la Nación atraiga el caso e invalide a nivel nacional los efectos de la reforma.
“La reforma laboral afecta los intereses de los dirigentes sindicales: cuestiona la existencia del líder vitalicio, la elección indirecta, la simulación contractual y que los patrones definen al líder que representa a los trabajadores, entre otras cosas”, dice Alfonso Bouzas, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) experto en temas sindicales.
La resistencia a los cambios en los procesos de renovación de dirigencia le costaron a la CTM la expulsión de la Confederación Sindical Internacional (CSI) a partir del 7 de diciembre del año pasado por “obstaculizar la libertad y democracia sindical” y por “continuar realizando acciones contrarias a los principios y valores los trabajadores”.
La central obrera más importante
En México existen poco más de 1.9 millones de trabajadores afiliados a los 2,768 sindicatos con registro ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STP). El 63% de esas organizaciones están afiliadas a alguna de las 47 centrales obreras y solo el 37% restante funcionan de manera independiente.
Desde que se fundó en 1936, la CTM es la central obrera más importante a nivel nacional, por encima de otros monstruos como la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).
Actualmente su secretario general es Carlos Aceves del Olmo, quien llegó a la dirigencia de la confederación el 8 de enero de 2016 tras la muerte de Joaquín Gamboa Pascoe, y que recientemente ganó la elección para el periodo 2018 – 2024.
Está conformada por 756,768 afiliados entre sus 774 sindicatos agremiados -28% del total- que se encuentran repartidos en 31 de las 32 entidades del país, lo que la convierte en la central de trabajadores más numerosa de México, según datos actualizados al 2019 de la STP.
El único estado en el que no tiene presencia actualmente es Hidalgo.
Entre los sindicatos más grandes que conforman a la CTM están los de Electricistas de la República Mexicana, el STPM, el de Harineros y Panificadores, así como el de la Industria Embotelladora. Son los organismos de la Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos, Grupo Bimbo y Arca Continental, respectivamente.
Su presencia en 97% del territorio nacional le dio a la CTM un papel relevante en la política mexicana, principalmente dando respaldo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), dice Pablo Yáñez, politólogo de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
No solo ha estado alineado con el PRI para coordinar acciones con fines electorales, sino que además le ayudaron a mantener ‘a raya’ a sus trabajadores. A cambio, y con apoyo de muchos presidentes de México, algunos dirigentes se perpetuaron en sus cargos, como sucedió con Romero Deschamps
, explica.
El efecto Deschamps
La renuncia de Romero Deschamps a la secretaría general del STPRM el 16 de octubre significó el descabezamiento del sindicato que había dirigido el tamaulipeco durante los últimos 26 años. En los últimas tres décadas, él fue la figura política más prominente de la CTM.
Además de líder del sindicato petrolero, fue diputado entre 1979 y 1982 y posteriormente entre 1991 y 1994. En la Cámara de Senadores también tuvo dos periodos de representación, entre 1994 y 2000 y entre 2012 y 2018, siempre respaldado por el PRI.
En esos años, Deschamps gozó de plena impunidad, pese a los señalamientos que pesaron en su contra por presuntos actos de corrupción. Uno de los escándalos que protagonizó fue el llamado Pemexgate, en el que se le acusó de desviar 640 mdp del dinero de Pemex a la campaña presidencial del priista Francisco Labastida en 2000.
La prensa denunció en reiteradas ocasiones la vida de lujos que han tenido Romero Dechamps y su familia.
La salida de Romero Deschamps no solo significó un duro golpe al poder de la CTM. También debilitó la “figura intocable” de personajes que se postergaron en liderazgos laborales durante años gracias al apoyo del sistema político que los beneficiaba, dice Pablo Yáñez.
Tal vez sea esa la principal razón del rechazo de los líderes sindicales a la Reforma Laboral, que castiga expresamente la opacidad en la renovación de dirigencias de las asociaciones trabajadoras, opina Bouzas.
Aceves del Olmo abrió recientemente la puerta a su salida de la CTM, por “motivos de salud”.