La actual administración ha puesto como meta sacar a 20 millones de mexicanos de la pobreza y 5 millones más de la pobreza extrema. Para este objetivo se han diseñado varios programas sociales, algunos de los cuales ya se han puesto en marcha. Sin embargo, expertos explican que también es necesario atender las políticas económicas que ayudan a generar empleo formal, para que las familias sean capaces de mantenerse a sí mismas fuera de la pobreza sin tener que depender del Estado.
En su libro Buenas Intenciones, Malos Resultados, Santiago Levy, ex subsecretario de Hacienda, explica que “el error de México ha sido querer eliminar la pobreza con programas contra la pobreza, dejando todo lo demás intacto”.
Programas como Oportunidades/Prospera generaron resultados positivos en la reducción de pobreza alimentaria y de ausentismo escolar, pero fallaron al momento de ayudar a los hijos de las familias beneficiadas a encontrar un mejor empleo que el de sus padres y poder así elevar el ingreso de su hogar. Esto provoca que las familias asistidas recaigan en la pobreza una vez que se les retira el apoyo.
Imagina un joven que está en Tenango del Aire, en situación de pobreza extrema, que termina la prepa y ya estudió más que su papá. Al salir se enfrenta al mercado laboral de Tenango del Aire, que tiene las mismas deficiencias que ha tenido los últimos 20 años. Acaba trabajando al lado del papá a pesar de su capacitación, y esto es porque no tenemos políticas que integren toda la cadena productiva del país
Ricardo Alvarado, Investigador, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad
Como consecuencia de esto, la población en condición de pobreza extrema disminuyó de 36 millones a 32.9 millones entre 2008 y 2016, mientras que la población en condición de pobreza aumentó de 49.5 millones a 53.4 millones en el mismo periodo. Es claro que reducir los índices de pobreza requiere que, al mismo tiempo, se incremente el empleo de calidad.
El reto de crear empleo
Los expertos coinciden en que el programa de Jóvenes Construyendo el futuro es un buen primer paso, debido a que ayuda a que los recién egresados se capaciten con base en las necesidades del mercado laboral de cada zona. Sin embargo, también opinaron que hace falta la creación de polos económicos que permitan que la oferta de empleo crezca de forma orgánica mediante incentivos a inversiones de la iniciativa privada.
En marzo pasado, durante un evento privado de Citibanamex, Levy dijo que un incentivo es gravar menos a las empresas. “En México gravamos demasiado el trabajo salarial tanto por la vía del ISR como de las contribuciones a la seguridad social –y por la vía de los impuestos implícitos asociados a la actividad laboral o los costos de contratación–. La carga sobre el trabajo asalariado es brutal y gravamos demasiado poco al consumo. En mi opinión, en una reforma fiscal lo primero que debes hacer es invertir esta situación”, expuso el también ex director general del IMSS.
y agregó que aumentar el salario mínimo no es una ruta sostenible, ni de mediano plazo, para estimular la economía.
Los empleos generados por el gobierno también son útiles, pero las políticas de austeridad de la actual administración han llevado al recorte de plazas, lo que se traduce en nuevos desempleados que, si bien pueden no vivir en situación de pobreza, también compiten para colocarse dentro del mercado laboral.
Las plazas dentro de gobierno conllevan costos altos como impuestos, prestaciones de ley, primas, etc. Necesitamos supervisar la creación de empleos de alta calidad, y en este sentido la reforma laboral será importante. Esperemos ir viendo esa consistencia en las políticas públicas: que la creación de estos empleos sea prioridad
Miguel Angel Xochiteotzin, Catedrático de la Facultad de Economía, UNAM
En este sentido, los Trenes Maya y Transístmico parecen un punto de inicio adecuado, al encontrarse en las zonas más pobres del país, pero tratándose de inversión pública, habrá que revisar la cantidad de empleos generados y atraídos a la región.
Finalmente, ambos expertos estimaron como ambiciosa la meta Presidencial. Para Alvarado, una meta más realista sería mantenernos ligeramente por encima de la tendencia actual, lo que significaría sacar a 6 millones de mexicanos de la pobreza a lo largo de este sexenio, para alcanzar un porcentaje nacional de 40%.