La migración y el T-MEC definirán la relación entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump

La migración y el T-MEC definirán la relación entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump

Donald Trump cumple dos años como presidente de Estados Unidos este domingo, en medio del mayor cierre de gobierno en la historia de su país ocasionado por sus exigencias sobre la construcción de un muro en la frontera con México. 

El periodo de Trump en la Casa Blanca ha estado marcado por medidas agresivas contra la migración y por tensiones con México relativas al financiamiento del muro fronterizo que prometió durante su campaña. Sin embargo, la mitad de su gestión ocurre mes y medio después del cambio de gobierno en México y de un viraje en la política exterior del país.

En diciembre, en medio de las disputas entre Trump y el Congreso estadounidense por el financiamiento del muro fronterizo, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que no respondería ninguna provocación de su homólogo estadounidense por tratarse de un “asunto interno”.

Sin embargo, el tema migratorio será, junto con el Tratado entre México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) uno de los temas que definan las relaciones entre Washington y Ciudad de México al menos durante los próximos dos años, estiman especialistas.

“El T-MEC es un tema prioritario, así como por supuesto, el tema del muro fronterizo. Con cualquiera de los dos México tendría un tema de coyuntura en las manos”, dice Arlene Ramírez-Uresti, internacionalista del Tecnológico de Monterrey.

Migración ilegal, en la mira de Trump

“Planeamos un gran día sobre seguridad nacional mañana. ¡Entre muchas otras cosas, construiremos el muro!”, tuiteó Donald Trump el 24 de enero de 2017, cuatro días después de tomar posesión como presidente de Estados Unidos.

Esa fue la primera vez que habló sobre la construcción de un muro fronterizo con México tras tomar el control de la Casa Blanca. Un día después firmó la orden ejecutiva que oficializó el endurecimiento de su administración contra los inmigrantes indocumentados en el país, una de las propuestas que orquestó la campaña presidencial que le dio el triunfo en las elecciones de 2016.

Horas más tarde, durante un mitin en el Estado de México, Andrés Manuel López Obrador, entonces dirigente nacional del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), dijo que la medida ameritaba interponer una demanda ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y lo recalcó a través de su cuenta de Twitter.

Actualmente el panorama entre ambos es distinto al tratarse de dos jefes de Estado, dice Ramírez-Uresti pero explica que aunque la relación entre presidentes debe ser cordial y diplomática, la cantidad de inmigrantes mexicanos que viven en Estados Unidos pueden ser un factor discordancia entre López Obrador y Trump si el estadounidense mantiene una retórica agresiva hacia ese sector.

“El tema del endurecimiento de las leyes migratorias de Estados Unidos implica la posibilidad de tener una agenda migratoria que no favorezca el tema de los mexicanos que viven en ese país”, explica la experta.

Estados Unidos es el país con mayor número de inmigrantes en el mundo con más de 40 millones, de los cuales al menos 11.6 millones son mexicanos, 2.7 millones provienen de China, 2.4 millones de India, 1.9 millones de Filipinas y 1.4 millones de El Salvador, según un estudio del Centro de Investigaciones Pew publicado en noviembre de 2018.

De los migrantes mexicanos que se encuentran en Estados Unidos, al menos 5.6 millones estarían ‘en la mira’ de Trump por no contar con documentación para estar en el país, según el Anuario de Migración y Remesas México 2018 elaborado por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

Nueva caravana, nuevo ‘sueño americano’

Durante el 2018 se registraron diversas movilizaciones de inmigrantes centroamericanos que se desplazaban hacia Estados Unidos, atravesando territorio mexicano, generando ataques del gobierno de Trump hacia su contraparte mexicana por permitir su tránsito por el país.

Para frenar su cruce hacia Estados Unidos, como medida más drástica, el 29 de octubre el gobierno estadounidense lanzó la operación Faithful Patriot (Patriota Fiel), la cual incluyó el despliegue de 5,200 militares armados con autorización de utilizar la “fuerza letal” de ser necesario. El despliegue fue visto como parte de una estrategia política rumbo a las elecciones intermedias del 6 de noviembre, en las que el partido de Donald Trump logró mantener el control del Senado, pero perdió el de la Cámara de Representantes.

A finales del mismo mes, Trump exigió al gobierno de México impedir la llegada de las caravanas a la frontera con Estados Unidos e incluso amenazó vía Twitter con cerrar la frontera “permanentemente si es necesario”.

Esto lo dijo a pesar de que el gobierno mexicano se encargó de la deportación de un gran número de inmigrantes centroamericanos durante los años pasados. Tan solo entre enero y noviembre de 2018, México repatrió a más de 100,000 personas a países de dicha región, de acuerdo con el reporte Extranjeros presentados y devueltos en 2018 de la Secretaría de Gobernación.

Las caravanas migrantes vuelven a formar parte de los fenómenos sociales que deben ser atendidos por el gobierno mexicano, luego de que el jueves se reportara el ingreso de un  nuevo contingente por la frontera con Guatemala, con rumbo a territorio estadounidense.

El Instituto Nacional de Migración registró en un programa de visitante por razones humanitarias a 969 adultos y 145 menores provenientes de El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, quienes recibirán apoyo del gobierno mexicano durante su tránsito por el país.

En opinión de Carlos López-Portillo, experto en política del Tecnológico de Monterrey, esta situación marca “una clara diferencia con el gobierno anterior”, principalmente en torno a que las políticas están dirigidas hacia una mayor garantía de respeto a los derechos humanos de los inmigrantes que cruzan la frontera sur del país.

Estas medidas pueden desatar un nuevo debate sobre las políticas migratorias mexicanas por parte de Trump, quien a finales del año pasado determinó cerrar parcialmente el gobierno estadounidense como medida de presión sobre el partido Demócrata para obtener los fondos necesarios para la construcción del muro fronterizo.

“El cierre de gobierno, que ya es el más largo en la historia de Estados Unidos, ha imposibilitado la operación de muchas actividades gubernamentales. Trump sacrificó el salario de más de 50% de los trabajadores estatales por conseguir el dinero para la construcción del muro, lo que habla de que es será un tema que no abandonará”, aunque le parezca ofensivo a los mexicanos y al gobierno, dice Ramírez-Uresti.

El T-MEC se tambalea

Tras más de un año de negociaciones para actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el acuerdo comercial más importante en la región, los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá firmaron el T-MEC el 30 de noviembre de 2018. Sin embargo, para entrar en vigor, el tratado debe ser ratificado por los Congresos de los tres países.

Con la Cámara baja de Estados Unidos en manos del partido Demócrata, las posibilidades de ser aprobado disminuyeron, coinciden los expertos consultados.

“El TLCAN se mantiene vigente hasta ahora. Si no se ratifica el T-MEC, tendría que evaluarse nuevamente si el TLCAN continúa o si se tendría que poner en marcha el proceso de cancelación o de una nueva renegociación”, dice Ramírez-Uresti.

Una nueva modificación al esquema comercial de México podría perjudicar el ambiente de los negocios en México, lo que significaría una crisis para el nuevo gobierno y una posible confrontación directa entre López Obrador y Donald Trump, dice Héctor Ruiz, experto en negocios internacionales con especialidad en telecomunicaciones.

En 2017 México exportó un total de 409,401 millones de dólares, de los cuales 326,866 fueron hacia Estados Unidos, su mayor consumidor y 11,359 mdd se exportaron a Canadá, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).

Este dato, dice Ruíz, habla de la dependencia comercial que ejerce Estados Unidos sobre México y ratifica el impacto que tendría una posible marcha atrás en el T-MEC.

En contraparte, gracias al TLCAN, Estados Unidos es el principal exportador de productos hacia México y Canadá, con más de medio billón de dólares entre los dos países, según datos del Departamento del Comercio estadounidense en 2017.

La principal traba para la aprobación del acuerdo comercial es que depende de la Cámara de Representantes, la cual cuenta con mayoría del partido Demócrata, dice López-Portillo, pero además, el cierre de gobierno que está vigente desde el 22 de diciembre, impide al Congreso abordar el tema.

“Estados Unidos tiene hasta principios de febrero para definir la situación del cierre de gobierno y comenzar con nueva agenda legislativa que se espera incluya la ratificación del T-MEC”, afirma Ramírez-Uresti.

back to top