Junto con el reacomodo político que se presentó en los meses previos al 1 de diciembre –toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente– y en los días siguientes, se han observado movimientos en algunos de los principales medios de comunicación.

Conocida como el “cuarto poder”, por su influencia en la sociedad y el peso que tiene en la opinión pública, la prensa en los últimos sexenios fue contraparte y crítica férrea o en su defecto cómplice y cercana a quienes ejercían el poder.

La duda que se siembra a unos días de iniciada la nueva administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador, es cuál será la relación entre el poder Ejecutivo y los principales medios de comunicación en los siguientes seis años.

“Nunca el gobierno aplicará a periodistas o medios de comunicación censura alguna. Todos van a poder ejercer su libertad de manifestación, expresión y les recomendamos a los integrantes de los medios de comunicación de manera muy respetuosa que ejerzan esa libertad”, indicó López Obrador el 1 de diciembre desde el zócalo, unas horas después de recibir la banda presidencial.

En reiteradas ocasiones el tabasqueño ha citado los casos de presunta censura contra Carmen Aristegui y José Gutiérrez Vivó y ha dicho que en su gobierno no se repetirán.

Además, indicó, aún como presidente electo, que el ‘dispendio’ en comunicación social del gobierno –una de las grandes fuentes de ingresos de los medios– se terminaría durante su administración.

En el proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019, el rubro de comunicación social no disminuyó; al contrario, aumentó en un 30% en comparación con el aprobado para 2018, el último del sexenio de Peña Nieto, no obstante, en relación a lo que realmente se gastó –poco más de 8 mil millones– sí representa la mitad.

Jenaro Villamil, periodistas y analista de medios de comunicación, atribuye el reacomodo en los medios a tres factores que se dan en la época de cambio político que vivimos:

El primero es la crisis de audiencia y credibilidad que ocurre en los medios tradicionales, principalmente de televisión y radio, ante el avance de las plataformas digitales.

El segundo es la cultura siempre existente en los grandes medios de querer quedar bien con quien ostenta el poder. “Hay una necesidad de agradar”, explica.

Y el tercero es un reacomodo interno para ajustar sus líneas editoriales y cita el caso de Reforma, que dentro de su agenda realizó un cambio, no para quedar bien con el presidente pero sí para reforzar una identidad como contrapunto de ese poder.

El gran peso de las televisoras

En años pasados, el presidente de México acuñó el término “mafia del poder”, con el cual se refería a un grupo de políticos y empresarios que acusaba de aprovecharse a lo largo de los años de los recursos públicos del país para beneficio personal.

En el listado se incluía a Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, dueños de Televisa y TV Azteca, respectivamente, así lo cita el tabasqueño en su libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012.

Hoy el panorama es distinto.

Desde la campaña, López Obrador comenzó a tener acercamientos con ambos grupos. Con TV Azteca, una de las primeras señales fue la inclusión de Esteban Moctezuma como secretario de Educación, personaje cercano a Salinas Pliego que presidió su fundación.

El 22 de noviembre, López Obrador en su calidad de presidente electo acudió al aniversario de la televisora del Ajusco y en su discurso la calificó como: “importante, fundamental para la vida pública de nuestro país”.

“Esta empresa extraordinaria. Esta empresa es un orgullo para el país”, dijo en octubre López Obrador en referencia a Televisa, durante el evento donde la televisora presentó sus apuestas de contenidos y donde fungió como invitado especial.

Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, y Bernardo Gómez, copresidente ejecutivo de Televisa, forman parte del Consejo Empresarial del presidente de México, con quienes se reunirá periódicamente para escuchar sus comentarios sobre la política económica que se desarrolla en su administración.

En ese grupo de ocho directores de empresas de distintos sectores se encuentra otro personaje de los medios de comunicación: Olegario Vázquez Aldir, quien es presidente de Grupo Imagen, empresa que aglutina al periódico Excélsior, Imagen Radio y Excélsior TV.

Cambios en direcciones de periódicos

El 31 de julio, Grupo Milenio anunciópor medio de una editorial que Carlos Marín dejaba la dirección general editorial.

En Grupo Milenio estamos preparando una profunda transformación empresarial debido a la obligada reconversión digital y tendencias que enfrentan los medios periodísticos en el mundo, así como al crecimiento de nuevas empresa de comunicación del Grupo Multimedios

se lee en la editorial.

Marín, un periodista abiertamente crítico de Andrés Manuel López Obrador, pasó a formar parte de la asesoría de la presidencia ejecutiva a cargo de Francisco D. González Albuerne.

Otro de los diarios importantes a nivel nacional que vivó cambios fue el periódico Reforma. Lázaro Ríos, quien había ostentado el cargo de director general desde 1993, dejó las riendas del grupo. En su lugar llegó Juan Pardinas. El cambio fue anunciado el 12 de diciembre.

Pardinas fue director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), organización desde donde se impulsó la iniciativa ciudadana Ley 3de3.

El nuevo director de Reforma es un personaje crítico del presidente, aunque al finalizar una reunión con López Obrador unos días después de la elección del 1 de julio, indicó que hubo un tono de cortesía y respeto entre el tabasqueño y un grupo de empresarios.

La polémica con Proceso

El domingo 4 de noviembre, en su edición semanal, la revista Proceso publicó “AMLO se aísla. El fantasma del fracaso”. La portada provocó polémica.

“Una revista sacó una foto. No solo la de la portada también la interior. Una foto donde aparezco decrépito, chocheando. El título de la portada es de que estoy solo y se avizora el fracaso. Muy sensacionalista, amarillista, pero es normal así es la libertad, así es la democracia, es libertad de expresión, no es pensamiento único y yo no aspiro a ser un dictador”, indicó López Obrador en video tras la publicación.

El presidente de México, entonces electo, dijo que los medios niegan el derecho de réplica. Tenemos que debatir de manera respetuosa, tiene que haber diálogo circular y libertades plenas para todos, para que el que critica en los medios y el que es criticado que tenga el derecho a la réplica y yo lo voy a ejercer siempre y que nadie se sienta ofendido

Julio Scherer Ibarra, hijo de Julio Scherer García, fundador de Proceso, es un personaje cercano a López Obrador desde hace años y hoy es el consejero jurídico de Presidencia, puesto clave dentro de la estructura del nuevo gobierno. Era miembro del consejo de administración de la empresa editora del semanario.