El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, visitó este jueves la Base Militar de Santa Lucía y, mapa en mano, explicó las modificaciones que se realizarán para los vuelos comerciales.
En un video publicado en sus redes sociales, el presidente electo dijo que se mantendrá la pista ya existente en la base para el uso de la Fuerza Aérea Mexicana y se construirán otras dos para las operaciones civiles.
“Porque así lo decidió la gente, vamos a tener las dos pistas del actual aeropuerto (de la Ciudad de México) y tres (de Santa Lucía), o sea, cinco pistas que estarán en funcionamiento a mitad del sexenio”, dijo López Obrador.
Sin tener estudios de impacto ni conocimiento sobre su viabilidad técnica el proyecto de la próxima administración se ampara en el plan maestro elaborado por Grupo Riobóo, de José María Riobóo, uno de los contratistas que más se beneficiaron durante la gestión de López Obrador como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal.
También en el resultado de la consulta ciudadana y el estatus de ‘luz verde’ que le dio la compañía canadiense, NavBlue, la cual realizó un estudio en el que asegura la construcción es viable.
Las conclusiones a las que llegó la subsidiaria de Airbus, creada en 2016, contradice lo que otros estudios de organismos especializados en seguridad, ingeniería y aeronáutica, como es el caso de MITRE, dicen sobre el tema.
El análisis se basa principalmente en los documentos de Grupo Riobóo.
Las opciones sobre la mesa
En el documento de NavBlue se plantean tres posibles escenarios de operación simultánea. Estos van desde cambios mínimos al control y manejo del tráfico aéreo, hasta una total separación del mismo entre los dos aeropuertos.
Para la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), estas alternativas no van en línea con la tendecia internacional actual, que implica la construcción de hubs que permitan despegues y aterrizajes de manera simultánea y ahorren tiempos y costos para los usuarios, dijo a EL CEO Mauricio Rodríguez Aguilera, secretario de Prensa y Publicidad del organismo.
“Ante la nueva propuesta, no están concluidos ni están completos los estudios necesarios para la operación segura, eficiente, con conectividad y capacidad de demanda que requiere un aeropuerto en el centro de la República”, dijo Rodríguez Aguilera.
En octubre, la ASPA expuso que el estudio de NavBlue estaba alejado de la realidad de la industria aérea mexicana y se atiene a premisas que no se pueden alcanzar en el corto o mediano plazo.
Asimismo, detalló que los cambios que plantea dependen de la aplicación de métodos de precisión que no están totalmente desarrollados y no se han implementado en ningún aeropuerto hasta el momento, de acuerdo con un comunicado.
NavBlue es una empresa de apenas dos años de edad. Es producto de la fusión entre la firma canadiense NavTech, especialista en gestión y desempeño del tráfico aéreo, la iniciativa para producir datos aeronáuticos LUCEM y la administradora de tráfico aéreo Airbus ProSky, detalla su página web.
Fabrice Hamel, su director ejecutivo, es un ingeniero con casi tres décadas de experiencia en atención al cliente y mejoramiento de cabinas.
MITRE, una voz crítica
Dentro de las voces expertas que no consideran viable o suficiente en el largo plazo la operación simultánea entre Santa Lucía y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Mexico (AICM) Benito Juárez, está MITRE, la mayor institución en materia aeronáutica a nivel mundial.
El organismo, que pertenece al Instituto Tecnológico de Massacrusetts (MIT, por sus siglas en inglés), consideró desde 2015 que la operación conjunta de Santa Lucía con el AICM era incompatible, debido a que se crea una zona de interferencia con los aviones que van en descenso.
La posición del organismo internacional fue cuestionada el miércoles por José María Riobóo, tras un encuentro con el presidente electo.
“MITRE se debe a sus antiguos patrones (…). Dijo algo que no es cierto, que no era factible Santa Lucía con el Aeropuerto de México”, comentó el Rioboó, quien consideró que el organismo da “patadas de ahogado” al cuestionar su proyecto.
A propósito, Rodríguez Aguilera señaló que si bien “es factible que se puedan operar de manera simultánea y sin mayor problema ambos aeropuertos (Santa Lucía y AICM)”, es necesario que se realicen estudios sobre la viabilidad del proyecto, que podrían llevar entre seis meses y un año.
“Si el gobierno federal electo ha decidido que MITRE no sea quien haga el estudio, está bien, pues hay firmas similares en el mercado”, dijo Rodríguez Aguilera. Sin embargo, enfatizó que “necesitan cuidarse los aspectos de entrada, salida y aproximaciones de los aviones para que puedan tener una operación segura”.
MITRE está dedicada a la solución de problemas para mejorar la seguridad en el mundo desde 1958, muestra su sitio web. Entre sus actividades, se encuentra la proveeduría de servicios para la compra y análisis de sistemas aeroespaciales y de seguridad.
Además, apoya la investigación, desarrollo e implementación de tecnología en dependencias estadounidenses como el Departamento de Defensa, la Administración Federal de Aviación y el Departamento de Seguridad Nacional, entre otros.