Cualquiera pensaría que los hijos de los grandes tecnológicos son usuarios frecuentes de la tecnología y de las redes sociales, pero esto no podría estar más lejos de la realidad.
Resulta que Bill Gates, creador de Microsoft; Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, y Evan Spiegel, CEO de Snapchat, mantienen el contacto de sus hijos con las pantallas restringido.
Incluso el fallecido creador de Apple, Steve Jobs limitaba el contacto que sus hijos pudieran tener con la tecnología.
Spiegel contó al Financial Times que durante su infancia no tenía permitido ver televisión, lo que lo orilló a construir cosas y a leer.
Por ello no ve como un problema restringir a su hijo de siete años el tiempo frente a una pantalla a una hora y media a la semana.
“Creo que la parte más importante es qué contenido consume durante ese tiempo”.
Así quedaron las fortunas de los empresarios de la tecnología en 2018.
Gates es aún más estricto al respecto sus hijos no tienen un smartphone propio y pueden usar la computadora sólo en la cocina.
De acuerdo con Business Insider, los hijos de Gates tienen prohibido usar un celular hasta que cumplan 14, mientras que el promedio de edad actual para tener el primer teléfono móvil es de 10 años en países desarrollados.
En ese mismo campo esta Zuckerberg, quien ha dicho que Facebook une a la gente que está lejos y que la solución para los sistemas educativos es el uso de más tecnología.
Sin embargo, el multimillonario de 34 años no permite que sus hijas utilicen dispositivos ni redes sociales.
“Prefiero que lean Dr. Seuss y jueguen fuera a que usen Facebook Messenger Kids”, declaró Zuckerberg a Business Insider.
Otro que tenía aversión a la tecnología en manos de sus hijos era el hombre detrás del iPhone, Steve Jobs. En 2012 Jobs declaró que limitaba a sus hijos el uso de la -entonces recién lanzada- iPad.
La ciencia los respalda
Según un análisis de la investigadora de ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford, Maryanne Wolf, hay evidencia de que los procesos cognitivos de lectura en niños que desde pequeños leen más en pantallas se dificultan en comparación con los de aquellos que leen libros físicos.