Cuando gobernó el estado de Gujarat, India, Narendra Modi brilló. Su actuación fue suficiente para ser elegido como primer ministro del país en mayo de 2014, pero a meses de enfrentar la reelección, la situación no es tan favorable.

Durante su periodo de 12 años al frente de Gujarat, Modi era quien tomaba la mayoría de las decisiones, en parte para combatir el grave problema de corrupción de los funcionarios.

Los resultados son tangibles: el suministro de agua es abundante, las 18,000 villas del estado cuentan con electricidad y las vías de comunicación alrededor de la capital son de primer nivel.

El crecimiento económico de la India se ha mantenido constante alrededor de 7% durante su mandato, convirtiéndola en una de las economías emergentes más estables del mundo, aunque para un país con su nivel de crecimiento poblacional, ese porcentaje apenas es un inicio, señala The Economist.

Según estimaciones de especialistas, la economía debería crecer más de 8% para generar los empleos requeridos para los más de 12 millones de jóvenes que ingresan al mercado laboral cada año. La tasa de desempleo subió a un máximo de dos años en el tercer trimestre de 2018.

“Se requieren reformas profundas y sistémicas”, con hacedores de políticas capaces de adpatarse a las condiciones cambiantes y el estilo de gobierno de Modi, acostumbrado a manejar sin delegar, no es suficiente, señaló el especialista Reuben Abraham, citado por la revista especializada.

La crisis más reciente del primer ministro fue la que protagonizó con el banco central: tras meses de exigencias del gobierno sobre el uso de las reservas internacionales, el presidente de la institución, Urjit Patel, renunció sorpresivamente a inicios de diciembre, lo que afectó a la rupia.

La designación del nuevo líder, cercano a Modi, elevó el nerviosismo entre los inversionistas sobre el futuro de la independencia de la política monetaria, especialmente con las elecciones a celebrarse en mayo.

Según The Economist, el discurso sobre el potencial de la India ya no es tan atractivo como antes y las oportunidades de atraer inversión surgidas por la guerra comercial entre China y Estados Unidos no han sido aprovechadas por el gobierno actual.

Las cifras de inversión extranjera directa han aumentado en Indonesia, Vietnam y las Filipinas, muestra de que hay empresas estadounidenses modificando sus cadenas de suministro para evitar a China.

Este influjo no ha llegado a la India, debido a las complicadas regulaciones laborales y la falta de terrenos para establecer nuevas fábricas, una problemática que la administración de Modi no ha abordado.