Encerrado en un cuarto trastero encima del apartamento de su madre en Seúl, Kim Min-kyo dedica hasta 15 horas diarias a los videojuegos, y hace fortuna gracias a los miles de seguidores que asisten en directo a sus proezas.
Esas proezas, que este joven de 24 años comenta con humor, le permiten ganar unos 50,000 dólares (un millón de pesos mexicanos) por mes, aunque su modo de vida no ha cambiado por ello.
“No me gustan los coches, ni gastar mucho dinero”, explica Kim, quien come, duerme, se lava y trabaja en ese cuarto. “Mi madre es la que administra mi dinero”, explica.
Los “livestreamers” –es decir, las personas que divulgan en directo contenidos– son llamados “Broadcast Jockeys”, o BJs, en Corea del Sur.
Comparten durante horas sus conversaciones, sus juegos, su música e incluso sus comidas y su tiempo de sueño.
Algunos de estos “livestreamers”, muy populares entre adolescentes y jóvenes veinteañeros, que los prefieren a las estrellas tradicionales, pueden llegar a ganar hasta 100,000 dólares por mes, transmitiendo en directo en la plataforma surcoreana AfreecaTV y difundiendo contenidos en YouTube.
‘Algo absurdo’
Kim, que a menudo se muestra jugando en línea en la “League of Legends” mientras hace comentarios, admite que “a veces hay que decir algo absurdo para atraer a los seguidores”.
Gracias a ello se gana la vida, vía donaciones, colocación de productos -suele beber bebidas energizantes surcoreanas- y la publicidad en YouTube, donde tiene más de 400,000 suscriptores.
El “livestreaming”, que no está regulado, suscita a menudo controversias. A veces es criticado por sus contenidos audaces en una sociedad surcoreana conservadora y se ha reprochado a algunos “livestreamers” declaraciones misóginas o apologías de la violencia.
A cualquier hora es fácil hallar en la plataforma AfreecaTV a mujeres ligeras de ropa dispuestas a efectuar una “danza sexy” o a enviar un osado video personal a cambio de dinero.
La epidemia del coronavirus ha favorecido el fenómeno del “livestream”, pues la gente ha permanecido en sus casas, lo que ha aumentado las audiencias de videos en smartphones y YouTube.
El modelo comercial de AfreecaTV es vender a los telespectadores “starballoons”, equivalente de puntos que se compran por 110 wons (2 pesos mexicanos) la pieza.
Los telespectadores los ofrecen luego a sus “livestreamers” preferidos, que los convierten en dinero líquido, mientras la plataforma se queda con un porcentaje.
Crecer en la pandemia
Las donaciones en esta plataforma han aumentado más del 20% para llegar a los 41.500 millones de won (36 millones de dólares 0 741 millones de pesos) en el tercer trimestre de 2020.
“Aunque la pandemia del COVID sea lamentable, mentiría si dijera que no ha ayudado a desarrollarse a los BJs”, admite Joshua Ahn, que dirige la sociedad de producción Starfish Entertainment.
Este empresario de 44 años, propietario de un Maserati, gestiona a decenas de célebres “livestreamers” y produce emisiones de variedades para algunas de las mayores cadenas de televisión del país.
Aunque solo algunos hacen fortuna, según Ahn las estrellas que ya ganaban decenas de miles de dólares por mes han “duplicado, incluso triplicado” sus ingresos durante la pandemia.
Corea del Sur, vanguardista en cuestiones tecnológicas, ha visto cómo los ingresos por publicidad en los teléfonos móviles se triplicaron entre 2015 y 2019, según los organismos del sector.
Algunos analistas financieros, e incluso hombres políticos han optado por el “livestream” como nuevo modo de difusión para mejorar su imagen.
Sin embargo, este fenómeno sufre cada vez de más derivas hacia contenidos violentos y sexuales.
Para Hojin Song, investigador en la California State University Monterey Bay, ello se explica porque “estos BJ quieren atraer cada vez más la atención”.
“Cuanto más lo hacen, más dinero pueden ganar”, recuerda.