Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han dado lugar a la generación de nuevas formas de violencia por razón de género y, durante la pandemia de COVID-19, este problema se ha agravado pues las mujeres y niñas necesitan utilizarlas más en un contexto donde, además, existe una brecha digital de género, de acuerdo con un informe de ONU Mujeres.

De acuerdo con ONU Mujeres, el 73% de las mujeres en el mundo han estado expuestas o han experimentado algún tipo de violencia en línea.

El uso del internet aumentó entre 50% y 70% debido a las medidas de aislamiento y entre los casos específicos documentados de agresiones contra mujeres están la recepción de videos pornográficos no solicitados que se muestran mientras las mujeres participaban en eventos sociales en línea.

También amenazas y contenido sexista y zoombombing durante videollamadas, que muestran material sexualmente explícito y con tintes raciales, así como ataque de troles o doxing, que implica la publicación de información personal privada con fines dolosos.

En México, según el Inegi, el ciberacoso afecta a alrededor de 9.4 millones de mujeres en México. 

Cómo afecta la violencia digital contra adolescentes

La organización Chidas en Línea, con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida de Derechos Digitales, realizó una investigación enfocada al impacto de la violencia digital en mujeres adolescentes, debido a que en México más del 60% de las víctimas de violencia digital son mujeres de entre 12 y 29 años.

Además de que, activistas que dan acompañamientos a víctimas de violencia digital, reportaron un incremento en casos de violencia digital, de delitos y vulneraciones a la seguridad digital entre el periodo del 21 de marzo al 30 de mayo de 2020.

De las 403 personas que participaron, 247 fueron mujeres, lo que equivale al 61% del total. Hubo participación de 7 personas que se identificaron como hombres, es decir, 2% del total. La encuesta se realizó a mujeres de entre 12 y 17 años.

Del total de las encuestadas, solo 42% respondieron esta información, es decir, 168 participantes saben o tienen sospecha sobre quiénes las agredieron.

Considerando a quienes sí contestaron, 81 jóvenes afirman que sí conocen a quienes les agredieron (48%).

Las participantes de la encuesta que señalan sí conocen a sus agresores, refieren que se trata de exparejas, compañeros de escuela, amigos y familiares.

Mientras que 73 señalan que no conocen la identidad de sus agresores (43%) y 14 refieren que solo tienen sospecha sobre quién pudo agredirles, lo que equivale al 8%.

Las violencias que más afectan a las adolescentes son el acoso, que representa el 18% del total. Le siguen las expresiones discriminatorias con un 14%; las campañas de desprestigio, el acceso y control no autorizado y las amenazas representaron el 7% cada uno; el 5% sufrió monitoreo y acecho.

Por el contrario, las violencias como el control y manipulación de información, suplantación o robo de identidad y afectaciones a sus canales de expresión significaron el 4% cada una; al tiempo, la difusión de información personal y de contenido íntimo sin consentimiento, extorsión, desprestigio, abuso sexual relacionado a la tecnologías y omisiones por parte de actores con poder regulatorio sumaron un 18% en conjunto (3% por cada violencia).

Denuncia de la violencia en espacios digitales

En cuanto al apoyo solicitado tras pasar por una situación de violencia, de las 257 respuestas, 29% acudieron a sus amigas en busca de un primer apoyo; 26% habló con su familia; 12% solicitó ayuda a las autoridades escolares o a su pareja (6% para cada caso).

Tan solo 1% se acercó a la policía cibernética, a la fiscalía o a un organismo como el Instituto Naconal de las Mujeres. No hubo ningún porcentaje significativo que haya acudido con organizaciones de la sociedad civil. Aunque el mayor porcentaje de respuestas (30%) señaló que no pidieron apoyo alguno.

De las 403 participantes de la encuesta, solo 230 mujeres respondieron (57% del total de las encuestadas). De estas últimas, el 75% señalaron que no conocían algún protocolo para denunciar. Solo 58 dijeron que sí, lo que significa el 25%.

A raíz de la violencia que vivieron, la organización indagó respecto a si ellas habían sido víctimas de otros tipos de violencia. 

En esta casilla, solo 148 respondieron (37% del total de las encuestadas). Los resultados arrojaron que el 32% sufrió acoso o bullying; el 6% agresiones físicas, verbales o emocionales; el 3% recibió amenazas; otro 3% tuvo secuelas psicológicas; mientras que otro 8% sufrió varias de las violencias enunciadas antes.

Ante este panorama, Chidas en Línea, luego de escuchar las experiencias de las chicas, comparten propuestas de las adolescentes para construir una Internet sin violencia.

Entre estas están el crear espacios de escucha para quienes han sufrido violencia digital; más información al respecto; campañas de prevención para saber qué hacer  y a quién acudir en caso de que les suceda. 

Una de las aportaciones principales de esta investigación es el Proceso de empoderamiento feminista, el cual parte de los testimonios de las adolescentes y sirve como un mapa para identificar cómo va escalando la violencia cuando ocurre una agresión digital, hasta llegar a construir estrategias de cuidado y acciones que ayudan a superar esta situación

 Chidas en Línea