La pandemia de coronavirus amenaza con profundizar el deterioro de las condiciones de trabajo para las mujeres en México, de acuerdo con algunos indicadores de trabajo que empeoraron para este sector desde que se detectó el primer caso en el país.

Aunque el nivel de ocupación de los hombres cayó en mayor porcentaje entre el primer trimestre del año y mayo, el trabajo no remunerado, la informalidad y los empleos sin contrato por escrito durante la jornada nacional de sana distancia perjudicaron más a las mujeres según la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE).

Esto se debe en gran parte a que las mujeres no cuentan con el tiempo necesario para generar su propio bienestar en salud, como en condiciones emocionales y laborales, dice Jeli Camacho Becerra, una economista de giro feminista.

“Dicha carga (de tiempo) profundiza la precarización laboral y obliga a un análisis diferenciado entre géneros durante la pandemia. Estamos ante una crisis de al menos tres dimensiones: salarial, violencia contra las mujeres y de cuidados en el hogar”, explica.

De acuerdo con el estudio realizado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), mayo cerró con 21.8% menor ocupación de hombres, frente a una reducción de 20.5% para mujeres.

Sin embargo, el índice de trabajo no remunerado entre las mujeres avanzó casi un punto porcentual en promedio entre mayo y abril, al pasar de 59.7% a 60.4%, de acuerdo con las estadísticas oficiales.

Este dato podría parecer mínimo, pero se trata de una estadística que ha avanzado poco a poco en los últimos años, dice la especialista.

Según el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, el valor de este trabajo que comprende los servicios domésticos y de cuidado de personas sin pago tuvo un valor equivalente al 23.52% del Producto Interno Bruto nacional en 2018 a “precios de mercado”.

Poco más de 75% de este trabajo es realizado por mujeres, dice el Catálogo Nacional de Indicadores actualizado por última vez hace dos años.

“Y hablando de una dimensión vivencial, las mujeres están en la primera línea de quienes resuelven los problemas de la crisis sanitaria, aunque muchas no reciben pago”, explica Camacho Becerra, actual titular de Evaluación y Estadísticas de Género en Secretaria de las Mujeres de Ciudad de México.

En cuanto a la informalidad, Inegi reportó un avance de 6.9% para los hombres, mientras que el deterioro para las mujeres fue de 13.2% entre abril y mayo. En ese lapso cayeron en la informalidad poco más de un millón de mujeres.

Los resultados de la ETOE son contundentes y señalan que la tasa de trabajo formal de mujeres se redujo, lo que abre aún más una brecha laboral que existe en México sobre otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), opina Elías Micha, director de la agencia TallentiaMX.

“Esto indica que las mujeres están consiguiendo más trabajos sin contar con servicios de seguridad social. Estas condiciones no son nuevas de la pandemia pero se acentuaron durante los últimos meses”, explica.

Quizás el dato más preocupante está en la disminución de ofertas laborales sin contrato escrito.

Mientras que para los hombres este indicador se contrajo 2.5% durante los meses centrales de la jornada nacional de sana distancia, para la mujeres se incrementó 12.6%, de acuerdo con la ETOE.

El daño a las condiciones laborales forma parte de un incremento de la violencia de género a nivel nacional registrado desde mediados de marzo a nivel nacional, lamenta Camacho Becerra.

Solo en junio las carpetas de investigación por feminicidio crecieron 40% en comparación con las de mayo, de acuerdo con el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).