Fiel a su tradición de asilar a exiliados políticos, el gobierno de México recibió el martes a Evo Morales, quien se suma a una lista de personajes que llegan al país por problemas políticos.
Desde el revolucionario ruso León Trotsky, hasta personajes de izquierda como la viuda de Salvador Allende, así como el cineasta Luis Buñuel, México ha sido refugio, y para muchos casos hogar de miles de perseguidos y exiliados políticos, algunos rostros conocidos y multitudes de anónimos.
Agustín Gutiérrez Canet, embajador mexicano en retiro, explica a la AFP que el asilo a Morales está justificado conforme a convenciones interamericanas suscritas por México.
El asilo no le alcanza a Evo Morales para regresar a Bolivia
Lo fundamental para concederlo es que la persona sea perseguida por razones de índole político que hagan peligrar su vida, su libertad o su integridad personal,
explica Canet al señalar que el caso de Morales fue de “urgencia”.
¿Costo político?
Desde la oposición mexicana, el Partido Acción Nacional (PAN) condena el asilo a Morales, mientras el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que en sus siete décadas de poder recibió a miles de perseguidos políticos, guarda silencio.
¡Se trata de un Dictador, reeleccionista! Es persona non grata en México,
arremetió en Twitter el expresidente panista Vicente Fox (2000-2006).
La escritora Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013 y cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, desató la polémica con un tuit lanzado el sábado:
¿Por qué los presidentes de la república quieren eternizarse en el poder? ¿Por qué insiste Evo Morales en creer que no hay nadie más que él?
— Elena Poniatowska (@Eponiatowska) November 10, 2019
En este caso, dar asilo a Morales no tendría costo político para López Obrador, asegura Gutiérrez Canet.
“Puede haber opiniones distintas, pero cada una refleja una afiliación política de izquierda o de derecha. Lo importante es que el asilo político no puede estar sujeto a consideraciones ideológicas”, dijo.
Sandino el primer político acogido por México
Si bien León Trotsky es el caso más notable entre los primeros en beneficiarse del asilo mexicano, para Gutiérrez Canet el rebelde nicaragüense César Augusto Sandino “fue el primer político” acogido por México.
No obstante, Sandino se fue decepcionado en 1930 al no recibir el apoyo prometido del gobierno a su levantamiento contra los estadounidenses.
Tras ser expulsado de la Unión Soviética por José Stalin en 1929, Trotsky peregrinó por Turquía, Noruega y Francia para llegar a México en 1937.
Fue el muralista Diego Rivera (esposo de Frida Kahlo) el que le pidió al presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) que le diera asilo, pero sabemos las consecuencias de lo que pasó. La protección mexicana no funcionó y fue víctima de Ramón Mercader, su asesino, en 1940,
explica Canet.
Lázaro Cárdenas también es reconocido por asilar a españoles tras triunfar Francisco Franco en la Guerra Civil Española. El gobierno republicano en el exilio se asentó en México de 1939 a 1946.
En aquella época llegaron más de 20,000 españoles: políticos, intelectuales, empresarios, y los 456 “niños de Morelia”, como llaman a los menores que llegaron a Michoacán para hacer su vida, algunos sin saber jamás de sus padres.
El poeta español León Felipe solía ir a los cafés de la bohemia mexicana mientras que Luis Buñuel se naturalizó mexicano. Su inmemorable cinta “Los olvidados” la rodó en la capital mexicana.
Cubanos y sudamericanos
En 1955, los hermanos Fidel y Raúl Castro se exiliaron en México, desde donde promovieron su desembarco en Cuba a bordo del “Granma”.
Las ofertas de refugio mexicanas se intensificaron en la década de los 70, cuando se sucedieron golpes de Estado y dictaduras militares en Sudamérica.
La salida de Hortensia Bussi tras el cuartelazo del 11 de septiembre de 1973 contra Salvador Allende en Chile fue dramática.
Bussi, fue refugiada en la embajada mexicana, cuyos servicios de agua y luz fueron cortados por los golpistas, México tejió una fina pero firme labor diplomática para obtener el salvoconducto y sacar a la familia Allende y a numerosos de sus colaboradores.
El avión mexicano, temeroso de ser derribado, salió de espacio aéreo chileno el 15 de septiembre de 1973.
El embajador mexicano Gonzalo Martínez Corbalá relataba emocionado cómo en el avión apareció una pequeña campana y ahí lanzó, vitoreado por los pasajeros, el “grito (de independencia de México)”.
Siguieron otros latinoamericanos, sobre todo argentinos y uruguayos.
En la década de los 80, centroamericanos que escapan de la guerra civil y la persecución, como la activista guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz.
Marta de Cea, promotora cultural argentina de 74 años, llegó a México en 1976 tras ser secuestrada por la dictadura. Llegó como turista, pero las autoridades mexicanas tenían claro que escapaba para salvar la vida.
“Gobernación sabía de nuestra situación. Nos ayudaron mucho. Sigo aquí después de más de 40 años, me hice ciudadana mexicana, aquí formé un hogar, mis hijas son mexicanas. Estoy muy agradecida con este país”, resume con voz quebrada por la emoción, Marta de Cea.