México será miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2021 y 2022, con una administración de discurso pacifista pero que tendrá poca oportunidad de poner en agenda temas de seguridad internacional.

Tras una elección realizada en Asamblea General de la ONU, la delegación mexicana, encabezada por Juan Ramón de la Fuente, resultó electa para formar parte de la mesa de los 15 países encargados de mantener la paz y seguridad globales.

Sin embargo, pese a que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presumió el nombramiento como un “reconocimiento a la grandeza de nuestro país”, los miembros no permanentes del órgano suelen tener participaciones prácticamente honoríficas, es decir, sin gran peso en las decisiones del órgano.

La mayor dificultad para la delegación mexicana en el Consejo es la íntima relación comercial, económica y política con Estados Unidos, que condiciona su voto en asuntos que involucren al gigante norteamericano, dice Arlene Ramírez-Uresti, internacionalista del Tecnológico de Monterrey.

“Es un gran aliciente que México cuente con el apoyo de la comunidad internacional, pero el papel de Estados Unidos como miembro permanente vuelve difícil la representatividad de México en la ONU”, opina la experta.

Inclusive resulta casi imposible que los 10 miembros no permanentes propongan el envío de misiones humanitarias a cualquier región.

“No pueden lanzar la iniciativa. Eso es solo derecho de los miembros permanentes. El resto solo vota y aún así, los cinco permanentes pueden vetar cualquier decisión”, explica Ramírez-Uresti.

Dichos miembros son China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos de América como miembros permanentes, mientras que los no permanentes se renuevan cada dos años.

Conflictos puntuales

Tras el nombramiento, López Obrador informó que México promoverá en el Consejo “los cuatro derechos fundamentales proclamados por Franklin D. Roosevelt”, la cooperación para el desarrollo sustentable, y la resolución de conflictos sin el uso de la fuerza ni “el poder hegemónico de las potencias”.

En cuanto a la primera consigna, el mandatario hizo referencia al derecho a la libertad de palabra, de culto, de vivir libres de miedos, temores y miseria.

No obstante, en el plano internacional hay conflictos que pueden poner a prueba la representatividad internacional de la actual administración, opina Virginia Petrova, especialista en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Los problemas entre Israel y Palestina, donde tiene participación indirecta Estados Unidos; la problemática en Siria, donde también se encuentra Estados Unidos; o el conflicto nuclear entre las Coreas, caso que también cuenta con intervención de Estados Unidos, son algunos ejemplos”, dice la entrevistada.

Entre 1946 y 2009 México participó como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU cuatro veces, de acuerdo con el archivo histórico del organismo internacional.

La penúltima, durante la gestión de Vicente Fox Quezada, es la más recordada, debido a que el gobierno prefirió abstenerse de votar sobre la invasión estadounidense a Irak en 2003, tras el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas.

Aunque después legitimó dicha invasión al aprobar la autorización de la Coalición de la Autoridad Provisional en Irak, encabezada por Estados Unidos.