El gobierno federal llevará a cabo una consulta popular los próximos 23 y 24 de febrero sobre el Proyecto Integral Morelos, un desarrollo eléctrico que incluye la construcción de dos centrales termoeléctricas en la entidad, así como un gasoducto de 160 kilómetros.
La obra permitiría generar la electricidad que consume el territorio gobernado por Cuauhtémoc Blanco, el único en el país que no produce este recurso, informó el mandatario Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia matutina del 8 de febrero.
El anuncio no cayó muy bien entre las comunidades potencialmente afectadas: durante una visita presidencial a Cuautla realizada dos días después, los residentes protestaron contra el proyecto, argumentando que usa tecnología altamente generadora de dióxido de carbono.
Sin embargo, eso no es lo único a considerar.
La habilitación de un nuevo proyecto de energía eléctrica es innecesario por el momento, ya que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cuenta con la infraestructura suficiente para abastecer la demanda nacional. Además, la construcción de las centrales supondría un aletargamiento de la transición hacia el uso de las energía limpia, consideran especialistas consultados por EL CEO.
“En el discurso del gobierno se habla de promover el uso de energías renovables, pero en la práctica parecería que las políticas estarían encaminadas a aprovechar los excedentes de combustóleo. La estrategia privilegia la producción directa de energía eléctrica por parte de la CFE por encima del crecimiento en el uso de energías renovables”, advierte Luis Miguel Labardini, socio del despacho especializado en el sector energético Marcos y Asociados.
El mensaje de fondo es que el gobierno federal no considerará generar con fuentes renovables “mientras no se desarrollen sistemas de gestión y almacenamiento inteligente”, considera Paul Alejandro Sánchez Campos, experto en regulación del sector energético en la organización civil Ombudsman Energía México.
Autosuficiencia a costa de contaminación
En México existen aproximadamente 226.4 millones de focos en uso, 43.5 millones de televisores, 28.9 millones de refrigeradores y 20.2 millones de planchas eléctricas, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Consumo de Energéticos en Viviendas Particulares, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2018.
Esos productos son los más utilizados en los hogares y, por consiguiente, los que generan mayor demanda de la electricidad que se consume en el país –la cual rondó los 42.5 megawatts mensuales durante el 2017–, según la información más reciente del Sistema de Información Energética (SIE) de la Secretaría de Energía (Sener).
Para satisfacer esa demanda, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) cuenta con una infraestructura con capacidad instalada de 75 megawatts mensuales, indica el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen) 2018 – 2032.
Es debido a esta diferencia que el riesgo de una crisis por insuficiencia eléctrica en el país luce lejana y por el momento “poco probable”, estima Labardini.
La mayor parte de la electricidad que se consume en el país es producida mediante tecnologías convencionales que colocan a la industria eléctrica nacional como la segunda actividad productiva que genera la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono.
“Las tecnologías convencionales para la generación eléctrica contribuyen con 18% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero (…) con un volumen anual equivalente a 125,000 millones de toneladas de dióxido de carbono”, indica el Prodesen del año pasado.
De acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero, presentado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en 2018, México emitió 683 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera en 2015, con lo que se ubicó como en la posición 14 de los países con mayor generación de contaminación atmosférica del mundo.
Crecimiento ágil pero poco representativo
En el grupo de tecnologías convencionales para generación de electricidad se encuentran las plantas carboeléctricas, de ciclo combinado, combustión interna, lecho fluidizado, termoeléctrica y turbogás.
Para que una fuente de energía o proceso de generación eléctrica pueda ser considerado como Energía Limpia, sus emisiones de dióxido de carbono deben ser menores a los 100 kilogramos por cada megawatt generado, detalla el Prodesen 2018 – 2032.
De las 797 centrales reportadas en el documento, 526 emplean tecnologías convencionales que ocupan 71% de la capacidad instalada total que tenía el SEN hasta el 2017.
“El diésel que utilizan las centrales de combustión interna es el método más contaminante y también el más caro. Luego vienen las termoeléctricas, que usan combustóleo y luego vienen las de ciclo combinado, que utilizan gas natural”, explica Labardini.
Aunque la generación de electricidad a través de tecnologías limpias creció en los últimos años, las opiniones sobre esta transición pueden ser negativas si se toma en cuenta que solo la hidroeléctrica tiene una participación representativa, dice Paul Alejandro Sánchez Campos.
“El porcentaje de la generación y de la capacidad instalada del país no hay una representatividad importante en cuestión de energías limpias como la solar, la eólica y la geotérmica. La única que tiene un buen margen es la hidroeléctrica, aunque el proceso de transición en los últimos años parece positivo”, indica Sánchez Campos.
El futuro está en los pequeños proyectos autónomos
El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) canceló en enero la cuarta subasta de energía renovable, un mecanismo implementado durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto y cuyo objetivo principal es impulsar la generación de electricidad a través de fuentes alternativas, dice la Comisión Reguladora de Energía.
La medida ocasionó críticas contra el gobierno de López Obrador y fue vista como una estrategia que puede entorpecer la transición del país a la sustentabilidad eléctrica.
“Esperaría que esta cancelación se trate solo de una pausa y que sean parte de la curva natural de aprendizaje de cada administración”, dice Labardini.
“Yo creo que el gran motor del cambio de generación solar van a ser pequeños proyectos autosuficientes. La tecnología para generación ‘personal’ de electricidad se ha abaratado y yo creo que estamos a punto de ver un ‘boom’ en la generación de energía solar en los hogares, en los comercios, en la industria. Ahí es donde veo la transformación de la energía eléctrica”, pronostica Sánchez Campos.