El horario de verano genera ahorros que pueden ser aprovechados para invertir en bioenergía y en los respaldos que requieren las energías limpias, de acuerdo con la Academia de Ingeniería de México.

La bioenergía es la energía que se obtiene del origen biológico de un producto en específico, es decir, se obtiene la biomasa de la madera, el estiércol o carbón vegetal.

Durante su conferencia matutina del martes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) firmó una iniciativa para eliminar el horario de verano y fijar un horario excepcional en los municipios de la frontera norte. 

Con ello, se dejaría de tener un ahorro económico de 1,138 millones de pesos en verano, como sucedió en el 2021, lo que representó 0.16% del consumo nacional.

Es un ahorro considerable que no se debe despreciar. Con 1,138 millones de pesos se puede invertir en plantas de bioenergía (basadas en residuos de biomasa) en los municipios más pobres

destacó Cecilia Martín del Campo, secretaria de la Comisión de Especialidad de Ingeniería Nuclear de la Academia de Ingeniería de México. 

Para Daniel Guerrero, consultor regulatorio de AEE Sustentabilidad Energética, eliminar el horario de verano generará costos porque hay sistemas informáticos que requerirán ajustes para ser compatibles con los horarios de Estados Unidos y de Europa.  

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Varios pájaros de un tiro

Con las plantas de bioenergía se podría producir electricidad, mitigar emisiones de gases de efecto invernadero y solucionar problemas de gestión de residuos de biomasa, abundó la también directora de la Unidad de Planeación Energética de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

Las plantas de bioenergía podrían agregar 22 MegaWatts de capacidad al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y con eso producir alrededor de 135 GigaWatts-hora anuales, estimó la experta. 

A su vez, los 1,138 millones de pesos se pueden invertir en la instalación de bancos de baterías, como respaldo a las energías solar y eólica, para dar flexibilidad de operación al SEN donde se requiera.

Las baterías se pueden instalar en los municipios más pobres del país para recibir carga con electricidad de bajo costo y entregarla a horas pico cuando la electricidad es cara

comentó Martín del Campo.

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Costos irán a la baja

Martín del Campo destacó que los costos de las baterías seguirán bajando y que ese ahorro se puede usar para invertir en tecnologías de generación y/o de almacenamiento que apoyen la seguridad energética.

Por su parte, Paul Sánchez, académico de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, expuso que el avance tecnológico permite tener fuentes de energía de menor impacto en cuanto a emisión de gases de efecto invernadero.

En 1996 teníamos sistemas de iluminación menos eficientes que ahora, cuyo consumo ha disminuido 90%. Los paneles solares eran muy caros. Sin embargo, hoy son tecnologías que aportan mayores beneficios con menor impacto social

 declaró.