El ritual presidencialista de toma de protesta se completó tras 12 años de verse opacado por controversias en la Cámara de Diputados.
Andrés Manuel López Obrador se erigió a las 11:22 horas como presidente, tras varios años de intentos fallidos por tratar de conseguir la titularidad del Poder Ejecutivo. Su primer mensaje estuvo dirigido al presidente saliente, Enrique Peña Nieto.
Muchas gracias, licenciado Peña Nieto. Reconozco el hecho de no haber intervenido en las elecciones presidenciales. Valoramos que el presidente en funciones respete la voluntad de pueblo
dijo el ahora mandatario a Peña Nieto, quien lo escuchaba con un semblante serio, ya sin la banda presidencial.
Frente a todo el aparato legislativo de México, junto al presidente saliente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis María Aguilar, mandatarios de otros países invitados y ante el pueblo espectador, el tabasqueño también se pronunció a no abrir los expedientes de los actos que él mismo denunció de las administraciones pasadas.
“Estamos ante un asunto político de Estado y debemos enfrentarlo. Propongo al pueblo que pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo, en otras palabras que no haya persecución a las autoridades del pasado”, lanzó.
Peña Nieto, enfundado en un traje negro y corbata roja, sentado donde hace seis años asumió el cargo, sonrió.
Los legisladores panistas iniciaron un conteo hasta el número 43 para recordar a los normalistas de Ayotzinapa, caso aún no resuelto y que marcó el sexenio que termina.
“¡43, justicia!”, lanzaron los diputados blanquiazules.
López Obrador guardó silencio y continuó: “la presidencia se abstendrá de hacer investigaciones a los que hayan ocupado cargos o hayan hecho negocios en el periodo neoliberal”.
Posteriormente indicó que a pesar de que defenderá su postura de trabajar por el porvenir, “la ciudadanía tendrá la última palabra”
“Presidente, presidente”, respondieron los diputados morenistas.
Un punto culminante llegó cuando el tabasqueño se comprometió a no robar, ni a permitir negocios al amparo del poder público, sobre todo, cuando resaltó que ante casos de corrupción impondrá la cárcel sin derecho a fianza.
Fue entonces cuando la bancada de Acción Nacional levantó pancartas con mensajes a favor de bajar el costo de las gasolinas. López Obrador, quien hasta el momento había mantenido un gesto de seriedad lanzó su primera sonrisa y dijo contundentemente:
Ahora resulta que quienes aumentaron el precio de gasolinas están pidiendo que bajen
El mensaje evidenció una división marcada de la Cámara, pues a pesar de que la mayoría que mantiene Morena, quienes se levantaron con aplausos, la otra mitad de los legisladores continuaron su proclama, para después guardar silencio.
Sus primeras palabras al pueblo no fueron diferentes a las que usó en campaña.
Reiteró su compromiso de no robar, de no permitir que nadie haga negocios al amparo del poder, de oponerse a que el gobierno sea un facilitador de los negocios de algunos y de no permitir el fraude electoral, además de lanzar duras crítica del neoliberalismo, una palabra que los mexicanos acudieron a buscar en Google, según reportaba su página web de tendencias durante el discurso.
Todas estas promesas las pronunció en un mensaje fluido, distinto a las pausas que caracterizaron su hablar durante el periodo electoral incluso en sus entrevistas.
También insistió en llevar a cabo sus proyectos más ambiciosos, como cancelar la Reforma Educativa, construir refinerías al sur del país, construir el Tren Maya, dar apoyo a adultos mayores y a estudiantes, así como la promesa a la clase empresarial de cuidar sus inversiones y facilitar un ambiente de negocios en el país.
Casi al final del mensaje que duró aproximadamente una hora con treinta minutos, López Obrador recordó y agradeció a cada uno de las figuras políticas extranjeras presentes en el acto, enfatizando al vicepresidente de Estado Unidos, Mike Pence.
Cuando pronunció el nombre de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, una oleada de diputados panistas -tal y como lo habían manifestado en semanas anteriores- se levantó y propinó gritos de “dictador, dictador”.
La parte más emotiva ocurrió al final del mensaje. Tras referir que está preparado para “no fallarle al pueblo” de México, comentó a la audiencia -que pese a la longitud del mensaje aún se mantenía a la expectativa- que en su camino a la toma de protesta un ciclista le replicó que no tenía derecho de fallarle a la sociedad.
No, no tengo derecho a fallar. Nada material me interesa ni me importa la parafernalia del poder
Acto seguido prometió que bajo ninguna circunstancia se reelegirá, “porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas de poder en sus manos” y dijo aceptar sus nuevas responsabilidades, a la par que invitó a participar al pueblo a celebrar.
El acto, que por primera vez desde la toma de protesta de Vicente Fox se llevó a cabo tal y como históricamente dicta el rito de toma de protesta del presidente electo en nuestro país, concluyó con tres “Viva México” y la imagen de López Obrador con la mirada fija, seria y portando, por fin tras tres intentos, la banda presidencial.
La escena culminó con un fuerte apretón de manos entre López Obrador y Peña Nieto y un abrazo de escasos segundos.
Los contrastes
Desde la siete de la mañana, la Ciudad de México del 1 de diciembre se paralizó: las calles del primer cuadro de la capital permanecieron cerradas en espera del momento que ocurriría en el Congreso de la Unión y más tarde en Palacio Nacional: la investidura de Andrés Manuel López Obrador como presidente.
La jornada estuvo marcada por dos contrastes: el mandatario saliente y el entrante.
Desde las 8:00 horas, los simpatizantes de López Obrador se arremolinaron a las puertas de su casa ubicada en la delegación Tlalpan.
Eran familias enteras que enfilaron en su residencia para despedir al tabasqueño antes de partir a San Lázaro. Contrariamente, en una zona exclusiva de Paseo de las Palmas, en la delegación Miguel Hidalgo, sólo dos camionetas de seguridad privada esperaban la salida del último priísta en gobernar el país, Peña Nieto.
Para las 10:00 horas, el número de familias y vecinos afuera de la casa de López Obrador se multiplicó y ya eran más de 100 personas las que intentaban despedir al tabasqueño. Sostenían pancartas y teléfonos listos para grabar y apuntando a las enormes puertas café de la casa de López obrador. En el otro extremo solo había cuerpos de seguridad.
A las 10:20 horas el show comenzó.
Las puertas de la casa del tabasqueño se abrieron y entre una multitud de periodistas y ciudadanos, el Jetta blanco salió con dificultades rumbo a la Cámara de Diputados entre gritos de “presidente, presidente”.
A la misma hora, casi sincronizados, se abrieron las puertas del hogar en Chapultepec. Se prendieron las luces bicolores de una camioneta Suburban y salió Enrique Peña Nieto, con la banda presidencial bien fija, rumbo a su último acto como presidente de México.
Al paso del tabasqueño por las calles de la capital, la gente lo saludaba. Incluso en Tlalpan, un ciclista con una camisa rojo lo alcanzó y sostuvo una breve conversación. Más tarde, en el pleno del Congreso, se contaría la anécdota.
El primero en llegar a San Lázaro fue Enrique Peña Nieto. El recorrido de López Obrador se complicó por la cantidad de gente que salió a dejarle flores, darle la mano y mostrar sus cartulinas con mensajes de apoyo.
La llegada del priista estuvo marcada por rechiflas. Una comitiva de diputados, presidida por el priista René Juárez, Gerardo Fernández Noroña, entre otros, lo recibió.
De fondo se escuchaban los reclamos de la gente que gritaba entre otras cosas “ratero”, “fuera Peña”, insistió la gente postrada afuera de las puertas de San Lázaro. “Fuera el PRI”.
A las 11:00 horas, Peña Nieto caminó por el pasillo principal del recinto legislativo. López Obrador llegó 11 minutos después. Los gritos eran distintos: “presidente, presidente” “Sí se pudo”.
A las 11:20 am subió al estrado.
Protesto guardar y hacer guardar la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido de manera democrática, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la unión y si así no lo hiciere que la nación me lo demande
juró el tabasqueño
Tras 12 años de búsqueda, López Obrador por fin logró portar la banda presidencial.