A días de que el Senado vote la controvertida reforma al Poder Judicial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO,) crece la incertidumbre sobre si los senadores de oposición mantendrán su promesa de frenar el proyecto. 

Bajo un cielo gris, jueces, magistrados y manifestantes se reúnen en Paseo de la Reforma, la avenida trazada por el segundo imperio mexicano y creada por los emperadores cuyo nombre parece prohibido en los tiempos de la Cuarta Transformación: Maximiliano y Carlota, enemigos de la República y de Benito Juárez.

Irónicamente, Juárez -ídolo de AMLO-,  comparte la profesión de abogado con los manifestantes que hoy defienden la independencia del Poder Judicial, una lucha que, aunque diferente, evoca viejas batallas por la soberanía y la justicia.

Frente al Senado, conscientes de que se encuentran en el umbral de lo que los analistas económicos describen como “una lucha crucial”, los manifestantes sostienen que los acontecimientos de los próximos días definirán el futuro de la independencia del Poder Judicial en México. Alegan que la reforma propuesta no solo compromete esta independencia, sino que también podría consolidar el poder en manos de una científica. 

Entre casas de campaña, miradas cansadas y aplausos de apoyo, Juana Fuentes Velázquez, directora de la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito (Jufed), toma el micrófono con la firmeza de saber que está en la recta final de una carrera que no admite errores.

 “Tenemos que blindar esos 43 senadores que se han comprometido a votar en contra de la reforma”, dijo, refiriéndose a los legisladores de oposición que, supuestamente, impedirán el avance del proyecto. 

Pero incluso ella, parece consciente de que las promesas en política son efímeras. Las dudas sobre la verdadera lealtad de esos senadores flotan en el aire, mientras llama a los presentes a mantenerse unidos en Paseo de la Reforma, sin descanso, hasta la votación del martes.

A su lado, una jueza de Veracruz citó al héroe de la Independencia, José María Morelos y Pavón, asegurando que el Poder Judicial siempre había sido el último bastión de defensa para el pueblo mexicano. Pero sus palabras, aunque impregnadas de fervor histórico, revelan la frustración de quien siente que lucha en una batalla que la mayoría no comprende. 

“El Poder Judicial siempre ha estado ahí para el pueblo, pero el pueblo no entendió el mensaje”, lamentó.

Esa desconexión entre las altas esferas judiciales y la ciudadanía se percibe como uno de los principales fracasos de esta institución, que hoy se encuentra al borde del colapso y cuya caída se le atribuye a Norma Lucia Piña Hernández. 

En medio de la muchedumbre, ‘Pachi’, como le dicen, otra  jueza que habla con elocuencia y desazón del norte del país, hizo un llamado que resonó con fuerza. “Si no nos escuchan a nosotros, jueces y magistrados, ¿qué esperanza tiene una persona humilde que no sabe leer ni escribir?”, preguntó.

Su reclamo, aunque visceral, reflejó una verdad incómoda: el Poder Legislativo, con toda su solemnidad, parece cada vez más distante de las realidades cotidianas del pueblo que dice defender. Y es que la puerta del Senado está cerrada, el edificio está rodeado de bardas y de policías, impide que alguien entre y salga.

Entre las voces que se alzan, destaca la de un magistrado marcado por una tragedia personal.

Con voz firme, pero cargada de dolor, relató cómo su padre fue asesinado en 2017.

“Si los culpables no han sido castigados, no es culpa de un juez”, señaló, atribuyendo la responsabilidad al Ministerio Público por su falta de investigación. Su historia, profundamente personal, ejemplifica lo que está en juego: la justicia no es una abstracción, sino una lucha cotidiana por la verdad, una lucha que, según él, se debilitaría con la reforma. 

Para él, y muchos otros, esta batalla no es solo política; es una cuestión de vida o muerte, de justicia o impunidad.

Pero sus palabras no hacían más que subrayar lo que todos en esa manifestación ya todos saben: “el sistema judicial mexicano está roto, y la reforma de AMLO amenaza con quebrarlo aún más”.

La ‘dictadura que viene’

Algunos testimonios fueron más crudos y directos. Un magistrado de Jalisco trazó paralelismos entre México y regímenes autoritarios de América Latina, el chileno de Augusto Pinochet y el cubano de los hermanos Castro.

“En Cuba, Chile, Argentina, Venezuela, todos cayeron en dictadura cuando sometieron a los jueces. Lo que está en juego no es solo el futuro del Poder Judicial, sino la democracia misma”, advirtió.

No obstante, indicó que tiene la esperanza de que algún senador de Morena pueda reconsiderar su posición. Sin embargo, otros, mientras lo escuchan, murmuran que lo que dice parece más una fantasía que una posibilidad real en un contexto donde las líneas partidistas ya están claramente trazadas.

Una trabajadora anónima de 20 años del Poder Judicial, mientras comía un taco de bistec, ofreció una visión desalentadora sobre el futuro.

“No vamos a ascender por mérito, sino por popularidad”, afirmó con amargura.

Para ella, la reforma judicial no solo representa un ataque a las instituciones, sino también el final para quienes han dedicado su vida a este trabajo.

Hay que hacer una reforma

Daniela, una estudiante de la Universidad de Guadalajara, ofrece una perspectiva diferente en medio de la multitud, en la esquina de Insurgentes y Reforma.

Con una mirada crítica, señala las profundas grietas de un sistema judicial que opera en un país marcado por feminicidios, desapariciones, abusos de poder y la injusta prisión de inocentes.

Para ella, el problema es claro. “Claro que se necesita una reforma judicial, pero no así”, señala, dejando en claro que la propuesta actual no es más que un intento de manipulación para favorecer a una sola persona.

Para Daniela, el verdadero cambio no vendrá de una reforma impuesta desde el poder, sino de una ciudadanía “consciente que exija justicia genuina y transparente”.

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