Las medidas de contingencia sanitaria por la pandemia de coronavirus están evidenciando la ineficacia de las medidas de control ambiental en Ciudad de México y su Zona Metropolitana.

A pesar de que las autoridades sanitarias reportaron una disminución de entre 60% y 80% en la movilidad de la región desde que comenzó el aislamiento social para evitar la propagación del virus COVID-19, hasta la fecha la calidad del aire no ha mejorado.

En las últimas dos semanas, el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la capital reportó diariamente al menos un punto de la ciudad donde la calidad del aire representó un riesgo alto para la salud pública. En términos generales, la calidad del aire fue de “aceptable a mala” entre el 13 y 27 de abril, de acuerdo con los registros oficiales.

Esto indica que las medidas del Programa para Mejorar la Calidad del Aire (Proaire) 2011-2020, orientadas principalmente a la regulación de automóviles son inoperantes para la región, por lo que expertos piden reconvertir la estrategia ambiental.

“Hay otras fuentes que nadie regula en esta Megalópolis, que incluye a Ciudad y Estado de México, Puebla, Tlaxcala, Morelos e Hidalgo. Se sigue creyendo que el programa Hoy no circula resolverá los problemas ambientales, pero no es así”, dice Carlos Álvarez Flores, presidente de la organización civil México Comunicación y Ambiente.

El especialista cree que los gobiernos de la región subestiman la capacidad contaminante de las fuentes de área. Es decir, las que son demasiado numerosas y dispersas como para ser incluidas de manera efectiva en el inventario de fuentes fijas.

Estas incluyen la combustión por uso industrial, comercial, doméstica y agrícola, el uso de solventes, fuentes móviles como trenes y aviones, actividades de construcción, así como los incendios forestales, entre muchas otras.

En la entidad gobernada por Claudia Sheinbaum, 59% de las emisiones contaminantes provienen de fuentes móviles, 36% de área, 3% fijas, y 2% naturales. En la Zona Metropolitana 51% de emisiones corresponden a fuentes móviles, 43% de área, 3% fijas y 3% naturales.

Factor Ozono

Luis Manuel Guerra, Consejero del Consejo Consultivo del Agua y experto en manejo de residuos químicos asegura que los gobiernos que integran la Megalópolis deberán reconsiderar la estrategia ambiental tras la contingencia del coronavirus.

Sobre todo, dice Álvarez Flores, enfocando la estrategia a los factores que parecen olvidados, como el de los incendios forestales que se presentan anualmente en la zona centro del país.

Tan solo entre el 22 y 27 de abril, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) reportó 11 incendios de bosques en las entidades que integran la Megalópolis, de los cuales continúan activos al menos ocho.

“Esas quemas de incendios forestales generan partículas, y todos, generan óxido de nitrógeno que después se convierte en Ozono, el cual es muy nocivo para la salud humana”, dice el entrevistado.

Este gas, que puede ocasionar afectaciones al aparato respiratorio y lesiones pulmonares, es el que más se ha concentrado en los últimos días en Ciudad de México, según el índice de calidad del aire de todas las estaciones de registro.

La Comisión Ambiental de la Megalópolis explicó que el Ozono en la troposfera -o atmósfera baja- es el principal elemento contaminante del aire en esta época del año. Se produce por “reacciones de los contaminantes que emitimos”

Tiraderos de basura a cielo abierto, estufas y calentadores de agua que funcionan a base de gas, uso de solventes, y toneladas de heces fecales producidas por mascotas son factores que contribuyen en gran medida a la generación del gas, explica Álvarez Flores. 

“Sin embargo, las autoridades siguen sin contemplar estas fuentes en los programas de mejoramiento ambiental. Todo se reduce a la flotilla vehicular”, dice.

Al menos 14,700 personas mueren cada año en México a causa de enfermedades asociadas a la contaminación del aire, estima la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Otros países y ciudades han tomado medidas para reducir la contaminación atmosférica. China, líder global en este rubro se encamina a reducir a menos de 10% las concentraciones de gases y en algunas ciudades, como Beijing, la reducción podría alcanzar hasta 25% en los próximos años, según reportes periodísticos.