Exlíderes estudiantiles del 68, activistas y estudiantes marcharon este martes en memoria de los caídos en la masacre estudiantil el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en la Ciudad de México.
La conmemoración de los 50 años de aquella represión estudiantil comenzó por la mañana cuando diputados, senadores y el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, participaron en una ceremonia en el Zócalo de la Ciudad de México dónde la bandera mexicana fue colocada a media asta en señal de luto. A la par de esto varias facultades de la UNAM permanecieron en paro de labores.
Más tarde el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, acudió a Tlatelolco junto a líderes estudiantiles, donde hizo la promesa de que al tomar el poder el 1 de diciembre no se utilizará la fuerza para resolver conflictos, diferencias, protestas sociales.
“Empeño mi palabra de que nunca, jamás, daré la orden a las fuerzas armadas, a la Marina, al Ejército, a ninguna corporación policíaca para reprimir al pueblo de México… No va a haber autoritarismo”, dijo el mandatario electo.
Una mirada al pasado
La mañana del 2 de octubre de 1968, líderes del movimiento estudiantil se reunieron con los 8,000 asistentes en una tribuna improvisada en el complejo habitacional Tlatelolco para explicar los resultados de una reunión que sostuvieron esa mañana con representantes del gobierno del entonces presidente, Gustavo Díaz Ordaz, en casa del exrector de la UNAM, Javier Barros Sierra.
En esta reunión se había llegado a un acuerdo pacífico que definía la suspensión de la marcha multitudinaria de estudiantes -programada para aquella tarde- en protesta por la ocupación militar de las instalaciones educativas.
Contemplaba también una segunda reunión el 3 de octubre para sentar las bases de un diálogo público que pusiera fin a las movilizaciones de cara a los Juegos Olímpicos de 1968, para ello, los estudiantes exigieron la liberación de presos políticos encarcelados tras manifestaciones previas y la desaparición del cuerpo de policías antimotines, entre otras demandas.
Sin embargo, nada de esto fue posible ya que justo cuando los líderes estudiantiles informaban los detalles de esa reunión a los 8 mil asistentes al mitin desde la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, “comenzó la balacera”, recuerda uno de los líderes del movimiento, Félix Hernández, consultor en manejo de recursos naturales ahora de 72 años.
“Decidimos suspender la marcha, pero mantener la reunión en Tlatelolco y los representantes del gobierno fueron informados de eso”, recuerda con cólera y los ojos enrojecidos Hernández. En medio del caos, él vio “a mucha gente caer y luego un gran silencio”.
El gobierno reconoció sólo una veintena de muertos la noche del 2 de octubre, mientras que la prensa internacional reportó entre 300 y 500 abatidos. El número exacto de decesos de la masacre aún es materia de debate.
Más de 30 años después de la matanza, Echeverría -la mano derecha de Díaz Ordaz- fue procesado por delito de genocidio, pero por su avanzada edad sólo enfrentó prisión domiciliaria y finalmente alcanzó la libertad condicional.
El autor de “México, una democracia utópica” e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Sergio Zermeño, concluyó en entrevista para AFP que luego de 50 años de indagar entre archivos “rasurados”, las memorias de Díaz Ordaz, y otras fuentes, el 2 de octubre de hace 50 años se ejecutaron 3 estrategias desde el gobierno.
Una constituida a través del batallón Olimpia, formado por miembros del Ejército que debían detener a líderes estudiantiles para que los Juegos Olímpicos a celebrarse aquel año pudieran transcurrir en paz.
Nadie contaba con la intervención de la Guardia Presidencial -la segunda estrategia-, que disparó tanto al ejército como a los estudiantes para mostrarle al mundo que “los estudiantes estaban armados” y que la detención de sus líderes era impostergable.
La tercera estrategia fue la más letal: francotiradores en las azoteas de los edificios. El objetivo era aplastar la popularidad de cualquier posible candidato militar a la presidencia en años donde los regímenes castrenses se multiplicaban en la región.
Un episodio que sigue sin esclarecerse.
A cinco décadas
Miles de personas marcharon este martes para recordar a los caídos y destacar que la represión contra la protesta social persiste.
Imágenes aéreas mostraron una multitudinaria concentración de activistas, estudiantes universitarios y exlíderes de los jóvenes que se alzaron en 1968, algunos de ellos sobrevivientes de la matanza.
La movilización culminó con un mítin en el Zócalo, donde llegaron contingentes que partieron desde diversos puntos de la ciudad.
La marcha transcurrió sin mayores incidentes salvo el saqueo de dos negocios, una tienda de ropa y un autoservicio en una calle aledaña al Zócalo, a manos de algunos encapuchados que se habrían infiltrado entre los manifestantes.
En tanto, unos 2,000 estudiantes marcharon en el estado de Oaxaca y otros cientos lo hicieron en las ciudades de Los Cabos y La Paz, en el estado de Baja California Sur.
Estudiantes, activistas y familiares de desaparecidos también se manifestaron en la norteña Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos.
Con información de AFP
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