El 1 de enero de 1994 la irrupción social y armada acaparó la atención pública, en un momento en que terminaba el sexenio del priista Carlos Salinas de Gortari y entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado por México, Estados Unidos y Canadá.

Hoy el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cumple 25 años que anunciaba desde las montañas de la selva chiapaneca su alzamiento en armas para combatir las injusticias que por décadas padecieron los pueblos indígenas mexicanos.

El conflicto escaló rápidamente. Los zapatistas exigían un cambio de régimen, la defensa de los derechos que le habían sido negados históricamente a estas minorías, así como construir un nuevo modelo de nación con una democracia real, libre y justa.

Desde ese lejano 1 de enero, el EZLN se enfila a vivir su séptimo sexenio, ahora con Andrés Manuel López Obrador en el poder.

Históricamente, el movimiento zapatista y AMLO han mantenido una relación distante, aunque coinciden en varios puntos de vista, como la reivindicación social y la preferencia a los sectores más desfavorecidos, sin embargo no han logrado concretar una alianza hasta ahora.

El deslinde

El EZLN dejó ver su distancia con el proyecto encabezado por el tabasqueño. En un comunicado publicado días después de la elección del 1 de julio, titulado ‘La Gran Final’ y firmado por el ahora Subcomandante Galeano, antes conocido como Marcos, los zapatistas denunciaron:

No, nosotras, nosotros, zapatistas, no nos sumamos a la campaña ‘por el bien de todos, primero los huesos’. Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero sigue siendo el mismo

Dentro del proyecto político de López Obrador se nombró a Adelfo Regino como coordinador de Asuntos Indígenas. Entre sus principales tareas, según se anunció en el periodo de transición, está la de retomar los acuerdos de San Andrés Larráinzar, los cuales garantizan las autonomías de los pueblos indígenas y no se completaron.

Esto fue tomado como un posible acercamiento. Pero la disputa entre López Obrador y el antes Subcomandante Marcos, el rostro más visibles y mediático del EZLN, tiene historia y se ha basado en críticas a las aspiraciones políticas del tabasqueño, quien ha sido señalado de ser una “falsa izquierda”.

Durante una de sus visitas en la campaña para la elección de 2012 en Chiapas, López Obrador ofreció la reconciliación con los zapatistas. “Les extiendo mi mano franca en señal de respeto”, dijo en aquel entonces, aunque también les hizo señalamientos, reclamos y los invitó a rectificar y a no calificarlo de “fascista”.

El EZLN respondió con una descripción, sin mencionarlo por su nombre.

Es el mismo que no acaba de madurar y reconocer sus errores y tropiezos. El mismo que encabeza un grupo ávido de poder, pleno de intolerancia, que buscó, busca y buscará la responsabilidad de sus torpezas y esquizofrenias en otros

Días después de que AMLO consiguiera más de 30 millones de votos surgió la versión de un acercamiento, según indicó el padre Alejandro Solalinde, aunque de inmediato el movimiento surgido en Chiapas lo desmintió:

No ha aceptado ningún primer diálogo con nadie. Como es sabido por quienes tienen el mínimo conocimiento sobre el EZLN y sus modos, un asunto así sería comunicado públicamente con antelación

Un futuro incierto

Para el politólogo de la UNAM, Maximiliano García, el EZLN está ante un escenario distinto al que se encontraba con los gobiernos priistas y panistas, incluso considera que puede encontrar coincidencias con el proyecto que representa Morena, pero desde su punto de vista, el movimiento insurgente se está encapsulando y la relación no va por buen camino.

En el caso del gobierno de AMLO pueden haber coincidencias en diversos temas con el EZLN, pero también tengo la impresión de que no es una relación que comenzó con el pie derecho, no ha habido un acercamiento sólido y tampoco lo habrá en el corto y mediano plazo entre el gobierno y el movimiento

indica el doctor en ciencia política.

García concluye que el EZLN se está “alejando” y “aislando” de la actual administración federal pese a que en el actual plan de gobierno se le está dando un trato especial a los pueblos indígenas.

Aunque también observa una estrategia del presidente de reconocer al movimiento indigenista, pero sin dar crédito o mencionar a los zapatistas, por lo que la disputa podría continuar.

El conflicto entre López Obrador y el EZLN tiene su origen en los tiempos en que el primero era jefe de gobierno del entonces Distrito Federal y con gran peso en el PRD en 2001, cuando los partidos políticos -incluido el del sol azteca- votaron una ley indígena muy distinta a la promovida por los zapatistas, lo que leyeron como traición y marcaron un fin a los diálogos con el gobierno.

Un factor más a la complicación de un posible acercamiento es Esteban Moctezuma, hoy secretario de Educación Pública, quien fungió como titular de Gobernación en el sexenio de Ernesto Zedillo en el punto más álgido del conflicto.

El entonces funcionario trató de entablar conversaciones con los insurgentes, pero al mismo tiempo la PGR investigó a los líderes zapatistas.

En su comunicado de julio pasado, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional recordó:

El EZLN tiene ya la amarga experiencia de aceptar el contacto con un señor que después sería declarado presidente electo. Nos referimos al señor Ernesto Zedillo Ponce de León, quien aprovechó esos contactos iniciales para planear el aniquilamiento de la dirigencia zapatistas de entonces. Quien operó esa traición, el señor Esteban Moctezuma Barragán, es ahora uno de los propuestos para formar parte del gobierno que supuestamente habrá de tomar posesión el 1 de diciembre del 2018