“No se necesita ser un científico espacial para ser trader. De hecho, algunos de los mejores traders que he conocido eran surfistas”

-Linda Bradford 

 

De entre todas las parábolas que buscan explicar la naturaleza de la bolsa de valores, una de las más bellas es la que compara el mercado financiero con el mar. 

En ambos, el ir y venir de los flujos está sujeto a repeticiones cíclicas, que se encadenan unas con otras en periodos de un día, una semana, un mes, un año, una década y más, siempre en perpetuo movimiento y con marcada temporalidad.

Tanto en uno como en otro existen temporadas enteras en las que el mar está muy picado, y en las que la mejor decisión es simplemente quedarse en tierra, sin desafiar innecesariamente a poderosas corrientes capaces de ahogarte en un instante.

Al mar y al mercado lo primero que hay que tenerles es respeto.

Alzas de la Fed, la primera ola 

En términos financieros este consejo adquiere relevancia luego de que la Reserva Federal decretara el inicio de un ciclo alcista en la tasa de interés de referencia, lo que puede explicarse, al menos en lo referente a su impacto en la compra y venta de acciones, como un océano tranquilo y soleado que súbitamente se torna oscuro y embravecido.

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Apenas el pasado 5 de mayo el índice tecnológico NASDAQ llegó a caer 6% en un solo día y cotizó por debajo de los mínimos que alcanzó al comienzo de la pandemia de COVID–19. 

Si a ese entorno pesimista se le suma una inflación desatada y una recesión económica en puerta, este podría ser el inicio de un ciclo bajista que dure varios años y borre más del 50% del valor de las acciones.

En Wall Street lo saben y por eso tienen miedo.

Mareas falsas 

Pero la publicidad que algunas casas de bolsa como E-toro, Plus500 y Bitso han pagado en YouTube y redes sociales repite irresponsablemente una y otra vez, que invertir es fácil, que cualquiera puede hacerlo desde su celular y que se puede generar un segundo ingreso con solo mantener un puñado de acciones “con una visión de largo plazo”.

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Ahí empiezan los sesudos análisis sobre qué tanto más puede caer el precio de la acción de Netflix o la de Facebook, o si Amazon sigue siendo o no una buena opción. 

Si por el contrario, la cuenta invierte estrictamente en valores nacionales, se comienzan a ponderar las oportunidades que ofrecen empresas “de alto riesgo pero también alto rendimiento” como AEROMÉXICO, o peor aún, CRÉDITO REAL.

Surfear en la mejor ola

La realidad es que para el 95% de los inversionistas, el portafolio ideal consiste en una buena proporción de CETES y bonos con grado de inversión, y si se quiere tratar de generar mayor retorno a cambio de tomar riesgo, basta con un par de ETF’s que repliquen el movimiento agregado del mercado.

Un par de buenas opciones son el SPDY de First Trust, si lo que se busca es ganar exposición a la bolsa de EE.UU. y el NAFTRAC, de Nacional Financiera, si se quiere invertir en empresas mexicanas…y ya. 

Y aún así es imposible obtener ingresos estables y mensuales. No hay un segundo ingreso y muchos menos un segundo salario, pues necesariamente se pasará por meses e incluso años en los que la inversión arroje pérdidas.

Lo que sí se logra es un portafolio conservador y con verdadera visión de largo plazo, desde el cual sentarse a observar esta ola bursátil perfecta. Una ola que solo se materializa una o dos veces en la vida, con una fuerza que todo lo arrasa y en la que veremos cómo se ganan y pierden inmensas fortunas como nunca antes en la historia.

Un tipo de ola que la inmensa mayoría de los inversionistas debería intentar ver desde la relativa seguridad de la tierra firme.

*Amin Vera es director de análisis económico en Black WallStreet Capital. Esta columna no representa necesariamente la opinión del EL CEO.