En la semana, la organización Transparencia Internacional publicó su índice de percepción mundial de la corrupción 2023.
El tema del combate a la corrupción ha sido la bandera principal de la actual administración pública federal en México. A pesar de ello, nuestro país no mejoró en el ranking. Ocupa el lugar 126 de 180 países, sin cambios respecto a lo observado en 2022. En términos de puntaje acumula cuatro años consecutivos en 31 puntos (31/100), por debajo de su mejor nivel alcanzado en 2014 cuando reportó 35 puntos.
México empata en puntuación con El Salvador, Kenia y Togo. Los puntajes más altos corresponden a Dinamarca (90/100), Finlandia (87/100) y Nueva Zelandia (85/100). Los países peor calificados son Sudán del Sur (13/100), Siria (13/100), Venezuela (13/100) y Somalia (11/100).
Entre el grupo de países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México se ubica en el último lugar.
¿Por qué hay países más corruptos que otros?
De acuerdo con la ciencia económica, hay dos grandes grupos de teorías que podrían explicar el fenómeno. Por un lado, aquella vinculada al tema de incentivos, en donde países con baja probabilidad de ser atrapados y con castigos menores, la corrupción tiende a ser elevada. Bajo esta perspectiva, la solución pasa por establecer mayor vigilancia, terminar con la impunidad, agilizar los procesos judiciales e imponer mayores sanciones a los culpables.
Por otro lado, están las teorías que relacionan la corrupción con aspectos psicológicos-culturales. Esto es, los funcionarios provenientes de sociedades corruptas tienden a ser corruptos, independientemente de los costos y beneficios individuales de serlo. Recordar que en 2014, el ex presidente Peña Nieto sostuvo que para combatir la corrupción en México se debe partir de reconocer que es un asunto de orden cultural. Aunque recibió múltiples críticas, la realidad es que no estaba del todo equivocado.
Para probar esta aseveración se han realizado varios interesantes estudios, todos con resultados similares. Uno de ellos, analiza la propensión de los diplomáticos acreditados ante las Naciones Unidas a evadir las normas. El caso particular es lo que sucede en la Asamblea General que se celebra todos los años en Nueva York y se evalúa la posibilidad de violar las reglas de tránsito, particularmente en lo relacionado a los estacionamientos. Al ser diplomáticos, tienen inmunidad por lo que los policías no les pueden cobrar multas.
Así, existen las condiciones perfectas para un experimento económico: personas que provienen de prácticamente todos los países del mundo, cada uno con su cultura, pero todos sometidos al mismo costo de cometer ilegalidades: la sanción a estacionarse mal es cero.
La pregunta del estudio es si dado que los costos son los mismos para todos ¿tienen los diplomáticos de distintos países la misma propensión a ser multados? La respuesta fue un concluyente No. Los diplomáticos que provienen de países catalogados como más corruptos en los rankings de Transparencia Internacional tienden a cometer mayor número de infracciones.
Así, pareciera que la simpatía a las prácticas corruptas no depende tanto de los costos, sino de la cultura del país de origen. Si esto es así, hacer leyes y sanciones más severas sin cambiar la cultura, va a tener efectos menores sobre la corrupción total.
La gran pregunta sin resolver es cómo se cambia la cultura de un país o de una comunidad.
James Salazar Salinas es actualmente Subdirector de Análisis Económico y Sectorial en CIBanco. Cuenta con 20 años de experiencia laboral tanto en el sector público, como el privado, dedicados al análisis, reporte, seguimiento y estimación de información económica y financiera. Es Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León, con maestría en Teoría Económica por el ITAM.