Por: Alejandra Macías Sánchez
Los recursos para ofrecer bienes y servicios a la población mexicana provienen de los ingresos que el Estado obtiene a través del cobro de impuestos a toda la población, así como de la venta de petróleo, principalmente.
Debido a la dinámica de la ocupación en México, la mayor parte de las personas que pagan impuestos relacionados con el trabajo son hombres, ya que la participación de las mujeres en el mercado de trabajo formal es de aproximadamente 20% de la Población Económicamente Activa (PEA).
Sin embargo, los ingresos de los que dispone nuestro país son bajos en comparación con aquellos observados en otros países del mundo. En 2020, los ingresos tributarios en México, incluyendo las cuotas a la seguridad social, ascendieron a 17.9 % del PIB, los más bajos entre los miembros de la OCDE.
Además, nuestra recaudación representó apenas el 53% del promedio de la Organización, lo que fue 27.5 puntos porcentuales menos que Francia, el país con mayores ingresos.
Por otro lado, México está enfrentado una transición demográfica importante donde la cantidad de adultos mayores se incrementará, mientras que la población joven va decreciendo, lo que implica que habrá menos personas en edad de trabajar.
Ante ello, incentivar la participación de las mujeres en el mercado laboral se hace apremiante.
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Necesario, rediseño de sistema tributario
Por tanto, dentro de una reforma fiscal integral, sería pertinente pensar en el rediseño del sistema tributario con perspectiva de género para incentivar la incorporación de las mujeres, no solo para aumentar los ingresos, si no para que tengan acceso a beneficios diferenciados a través de, por ejemplo, las deducciones personales.
En México, la determinación de las deducciones personales cuenta con sesgo de género implícito que no contempla el trabajo no remunerado ni la brecha salarial.
Mientras las mujeres se vean en desventaja por la distribución desigual de los ingresos y por la limitada capacidad del gobierno para generar empleo estructurado, la proporción de la población que se beneficia de las deducciones va a seguir siendo pequeña, y entre estos beneficiarios se encuentran los hogares con mayores ingresos.
Dentro de las deducciones que tendrían acceso se encuentran los gastos de seguridad social, asistencia social, ahorro y educación.
El sesgo de género implícito en los sistemas fiscales significa que tratan de la misma manera a los hombres y las mujeres, aunque por cuestiones sociales, como los roles de género, la política fiscal tiene diferente impacto en los contribuyentes.
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Política fiscal, distinto impacto por género
Es importante estudiar y comprender la forma en la que el sistema fiscal interactúa con las normas sociales de género, puesto que bajo el diseño actual impacta de manera diferente a hombres y mujeres.
México necesita un sistema fiscal con perspectiva de género, que tome en cuenta las diferencias estructurales entre contribuyentes que determinan la participación de las mujeres en el mercado laboral en general, así como la prevalencia de las mujeres en el sector informal, la carga del trabajo no remunerado y la brecha salarial.
Determinar las deducciones considerando solamente el ingreso de la persona es obviar que el género, el estado civil y la cantidad de hijos influyen en las oportunidades laborales.
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