El todavía presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, publicó en Twitter que propondrá ante el Poder Legislativo el modificar la Ley de Armas de Fuego y Explosivos, ya que a su parecer, “si el gobierno no puede garantizar la seguridad de los ciudadanos, que las familias que lo deseen tengan la opción de armarse para proteger su vida y las de sus hijos. Ya es hora de que los delincuentes sepan que la gente se va a defender. #EstadoFallido” (sic).

En pocas palabras, “Alito” le apuesta a la lógica de que como consecuencia de la  notoria incapacidad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y de los gobiernos estatales emanados de Morena para garantizar la seguridad al igual que del discurso del estado fallido, la ciudadanía debería tener el derecho para comprarle a la Secretaría de la Defensa Nacional armas de mayor calibre para aplicar el principio de la legítima defensa de nuestros hogares. 

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Huelga decir que la comunidad que más o menos le sabe al asunto de la seguridad, se le fue encima a Moreno y sus argumentos versaron sobre los precedentes de los tiroteos en Estados Unidos, la tendencia mundial para prohibir la adquisición de armas de asalto, que no hay un estado fallido, que las autodefensas podrían hacerse de armas legales, que esto generaría más violencia y que, en última instancia, el defender a los ciudadanos es chamba del gobierno. 

Sin embargo, y por increíble que parezca, la propuesta de Moreno tiene un elemento que nos debería obligar a discutir con seriedad: México va mucho más allá de la Ciudad de México. 

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Si hacemos un recuento de quienes fueron las y los expertos que criticaron con dureza la propuesta de Moreno nos vamos a encontrar con el detalle de que la mayoría radica en la Ciudad de México; es decir, un centro urbano que aunque se encuentra bajo el asedio de varios cárteles, sigue contando con una de las policías más preparadas y con mayor armamento del país. 

Dicho en otras palabras, creo que no estamos tomando en consideración lo que significa vivir en una comunidad en la que las autoridades hayan abandonado a la población. Me resulta imposible no pensar lo cómodo que es el lanzar enérgicas críticas desde las colonias Polanco, Roma, Condesa o Cuauhtémoc de esta ciudad sin detenerse a preguntarles su parecer a las personas que viven en Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Juárez, Ensenada y Uruapan, Colima, Acapulco, Cuernavaca, Irapuato, León, Chihuahua, Morelia, Cancún, Culiacán y Guadalajara, algunas de las ciudades más violentas de México.

Tal vez y solo tal vez nos podrían llegar a responder que el armamento que la ley les permite tener para cuidar sus casas o sus ranchos claramente no es suficiente para hacerle frente a las amenazas de la delincuencia organizada.

¿Por qué no son suficientes esas armas y esos calibres?

La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos contempla en sus artículos 9 y 10 que las armas que podrían tener en sus casas son pistolas y revólveres con calibres no superiores al 0.380” o 0.38” especial, respectivamente y para la protección de sus ranchos, podrían tener armas largas como carabinas, rifles y escopetas, en calibres 0.22”, 12 GA, 16 GA, 20, 28 y 410. Tratándose de escopetas no deben ser de cañón de longitud inferior a 635 mm (25”) y las de calibre superior al 12 (.729” ó 18.5 mm).

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Claramente ninguna de estas armas es rival para ametralladoras Browning M2 calibre .50 (una de las más poderosas utilizadas por los militares norteamericanos), fusiles de asalto AK-47 y AR-15, granadas de fragmentación, lanzacohetes RPG-7, fusiles Barret, ametralladoras M249 y fusiles Remington 700 como parte de las más de 200,000 armas que, según la Secretaría de la Defensa, ingresan cada año a México y que son compradas por el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, el Cártel de los Beltrán Leyva, el Cártel de Los Zetas, el Cártel del Noreste, el Cártel de los Caballeros Templarios, el Cártel de Los Viagras, el Cártel de La Familia Michoacana, el Cártel de Los Rojos, el Cártel de los Arellano Félix y el Cártel de Juárez.

Me pregunto qué hubiera respondido a esta idea Don Alejo Garza Tamez quien, el 13 de noviembre de 2010 defendió su rancho “San José”, ubicado a 15 kilómetros de Ciudad Victoria, Tamaulipas frente a sicarios de Los Zetas matando a cuatro de ellos antes de sucumbir ante el fuego de los rifles de asalto y las granadas de fragmentación.    

Me pregunto si a Don Alejo le hubiera gustado tener a la mano, no sé, tal vez un rifle AR-15 con mira telescópica 3-9x32EG con telémetro y reflex óptico con 4 retículas con punto láser verde cuando ordenó desalojar el rancho para enfrentarse tan solo, con escopetas y rifles de caza a una veintena de delincuentes armados hasta los dientes.

¿Qué le respondería Don Alejo a Moreno y a los expertos en seguridad?

De pasada me gustaría pedirle a Don Alejo su opinión sobre la posibilidad de que México se haya transformado, o no, en un estado fallido.

El debate de la propuesta de Moreno sería de lo más complejo, pero estoy convencido de que debería tenerse. Sin embargo, también estoy convencido que es una cortina de humo para desviar los reflectores tanto de las investigaciones en su contra como de las sistemáticas ‘metidas de pata’ que comete como por ejemplo, el plantear la necesidad de que los mexicanos se armen ‘hasta los dientes’ después de que Marcelo Ebrard presentó una demanda en Estados Unidos contra los fabricantes de armas por considerarlos corresponsales de la violencia que vivimos.

Pésimo timing político el de Alito Moreno, como es usual.