En su primer discurso como presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo prometió que su gobierno tendrá un enfoque renovado hacia la cultura. Sin embargo, fuentes cercanas a la mandataria señalan que es una respuesta a las inquietudes de su familia, en particular a las de su hijo, Rodrigo Imaz Alarcón.
En un país donde la cultura suele ser relegada a un segundo plano en favor de políticas de corte económico o social, el impulso a las artes plásticas como parte fundamental de su agenda es, a simple vista, una propuesta innovadora.
Sin embargo, esta apuesta cultural debe ser analizada con un ojo crítico, ya que existe la posibilidad de que se convierta en un mero reflejo de intereses personales, en lugar de ser un verdadero esfuerzo por enriquecer el panorama cultural de México.
Claudia Sheinbaum ha buscado responder a las peticiones de sus hijos, un claro ejemplo de ello es la controversia que se desató en torno a las relaciones con España, en la que su hija, Mariana Imaz, desempeñó un papel decisivo tras bambalinas.
En esta dinámica familiar, el papel de Rodrigo Imaz se vuelve igualmente significativo, ya que ahora la presidenta parece atender sus deseos, abogando por un México que se convierta en un semillero de talentos artísticos y culturales, donde el acceso a la cultura esté garantizado para todos, sin excepción.
A primera vista, esta propuesta parece generosa y visionaria. Sin embargo, también existe el riesgo de que estos esfuerzos se conviertan en una plataforma exclusiva para Rodrigo Imaz y su círculo de amigos artistas.
Y es que no hay que olvidar la polémica en torno a la exposición ‘Tiro Libre’ de Rodrigo Imaz en el Museo de Arte Moderno, donde se presentaron balones en forma de macetas.
Hubo reacciones negativas hacia esta obra y plantearon dudas sobre la calidad artística. Además de que se cuestionó si Rodrigo Imaz de verdad tenía la trayectoria artística suficiente para presentarse en el recinto cultural más importante del país.
La licencia permanente y el desacuerdo de Lajous
A quien no le cayó bien el anuncio del regreso de la licencia de conducir permanente en la Ciudad de México fue a Andrés Lajous Loaeza, exsecretario de Movilidad de la capital y uno de los brazos derechos de Claudia Sheinbaum.
Lajous siempre se mostró firme defensor de la eliminación de este permiso. Su postura se basaba en la creciente preocupación por los accidentes viales y las muertes asociadas al mal uso del automóvil en la Ciudad de México, así como en la necesidad de implementar exámenes de conducción rigurosos para garantizar la seguridad en las calles.
Lajous siempre argumentó que la licencia permanente podría fomentar un uso irresponsable del automóvil, contribuyendo a un panorama de movilidad cada vez más caótico en la metrópoli.
Sin embargo, ahora Lajous se encuentra en una nueva etapa de su carrera, como director de la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario del país.
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