“Winter is coming”. La frase que sirvió como hilo conductor para la proclamada serie Juego de Tronos se ajusta perfecto para describir la crisis energética que se está produciendo actualmente en Europa.

La fuerte dependencia del bloque comunitario hacia el suministro ruso se ha traducido en una problemática sin precedentes para el viejo continente. 

Europa se enfrenta a la interrupción casi total del gas natural ruso. Poco más de 200 días desde la invasión a Ucrania han dificultado la relación de la Unión Europea con Moscú, el proveedor de cerca del 40% del gas natural que consume el bloque comunitario.

La más reciente pieza de esta crisis se dio después de que el gobierno del presidente Vladimir Putin condicionara la reanudación del flujo de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 al levantamiento de las sanciones impuestas por Occidente. 

Lo anterior se ha traducido en una escalada importante en los precios del gas durante el verano y nadie sabe qué va a pasar durante el invierno, pero las previsiones no son favorables. 

 

Recesión económica, el primer mal 

La situación económica y familiar de la zona es compleja. Todo parece indicar que la Eurozona será la primera región en entrar en recesión económica, si no es que ya lo está en esta segunda mitad del año. 

Las opciones para enfrentar la crisis son limitadas. Además, en un bloque de 27 países, las necesidades son distintas en cada nación. Los Estados miembros de la UE acordaron en julio una reducción voluntaria de la demanda de gas natural en un 15% este invierno.

Actualmente el bloque trabaja en un paquete de líneas de acción buscando reducir al máximo los impactos negativos de la crisis energética y disminuir los riesgos de cara al invierno. 

Sin embargo, las acciones, más allá de las buenas intenciones, tendrían un efecto limitado. Incluso, la que mayor beneficio de corto plazo podría tener, que es establecer un precio tope al gas ruso, sigue aplazándose su discusión debido a fuertes diferencias internas. 

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¿Minimizarán impacto?

Para mala fortuna, la dependencia del gas en Europa es cada vez mayor para la generación de electricidad, o al menos así lo muestran las cifras en 2022, esto a pesar de los esfuerzos para conseguir una diversificación eficiente. 

Tanto la generación nuclear y la hidroeléctrica registraron caídas durante el primer semestre. Se dio una extraña coincidencia, en el peor momento, de niveles mínimos de agua en los principales ríos y represas y los trabajos de mantenimiento en las centrales atómicas francesas. 

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Si se concretan los esfuerzos de reducciones voluntarias de consumo de gas natural, se mantienen los apoyos directos a las familias y empresas europeas por parte de los gobiernos y las temperaturas no bajan del promedio histórico, existe la posibilidad de que el continente pueda hacer frente con relativa fortaleza al invierno, incluso sin el suministro de Rusia

Mientras no concluya el conflicto bélico en Ucrania y el suministro de gas ruso a Europa fluya sin contratiempos, hay altas posibilidades de que la crisis energética continúe. A lo más que aspirarían las autoridades europeas es a buscar minimizar el impacto negativo en la región.

*James Salazar Salinas es subdirector de análisis económico de CI Banco. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor.