“El unicornio no es conocido por su cuerno, belleza o pureza; sino por su fortaleza y coraje”              – Nicole Beckwith, actriz estadounidense 

El unicornio es un animal emblemático de la mitología griega (400 a.C) que representaba la abundancia, fertilidad y salud de las personas. En la Edad Media era codiciado por su cuerno con poderes milagrosos. Hoy pasó de ser una criatura mágica a una realidad alcanzable por cualquier simple mortal.

Los sectores industriales son similares a la mitología griega; existen empresas emblemáticas que al paso del tiempo han cedido su trono a los unicornios modernos. En el sector automotor, General Motors (63,000 millones de dólares en capitalización del mercado, fundada hace 112 años) y Ford (37,000 mdd, 117 años) han caído, cedieron ante Tesla (219,000 mdd, 17 años) y Uber (93,400 mdd, 11 años).

El sector de hospitalidad no se queda atrás. Empresas emblemáticas como Marriott International (42,000 mdd, 93 años), Hilton Worldwide (30,000 mdd, 101 años) e InterContinental HG (12,000 mdd, 68 años) cedieron a Airbnb (89,000 mdd, 12 años).

En el sector alimentos la tendencia es similar. Doordash (66,000 mdd, 7 años) han arrebatado gran parte del mercado a empresas como Domino’s (15,000 mdd, 60 años) o Chipotle (37,000 mdd, 27 años). En la música, Spotify (63,000 mdd, 14 años) dejó atrás a empresas como Sony Music (63,000 mdd en valuación estimada, 91 años) y Warner Music Group (13,000 mdd, 62 años).

En el sector financiero, en mercados emergentes, Nubank (10,000 mdd, 7 años) está compitiendo cara a cara con ITAU (54,000 mdd, 75 años) y BBVA (34,000 mdd, 63 años) y quizás no falte mucho que los supere. En México, empresas como Kavak (1,200 mdd, 4 años) están compitiendo con agencias automotrices con la idea de consolidar el mercado secundario de venta de autos.

Todas estas nuevas empresas tecnológicas con un acelerado crecimiento y valuación de más de mil millones de dólares se les denomina unicornios, término que acuñó Aileen Lee (fundadora de Cowboy Ventures) en el 2013.

¿Cuál es la gran diferencia entre las empresas que algún día fueron emblemáticas y los actuales unicornios? La respuesta es simple pero muy complicada de entender y ejecutar por las empresas tradicionales: tecnología, innovación, cultura emprendedora e inversión de capital de riesgo.

Algunas diferencias se pueden explicar así:

Equipo: es el que hace que las cosas sucedan. Los unicornios modernos tienen un equipo ágil, especializado en áreas relevantes y con una alta capacidad de adaptación. En contraste, las empresas tradicionales son altamente burocráticas, nepotistas y verticales; es decir, poco trabajo en equipo, cotos de poder, poca innovación y desarrollo tecnológico, etc. Usualmente las empresas tradicionales están atadas por su miedo y burocracia, mientras que los unicornios se basan en su deseo de trascender y lograr cosas inimaginables.

Oportunidad: las startups tienen la agilidad para perseguir y desarrollar una oportunidad haciendo frente a la competencia. Su capacidad de adaptación es notable. Las empresas tradicionales usualmente van por la “fruta que cuelga más abajo” para tener resultados puntuales cada trimestre que aseguren que los administradores reciban sus bonos y los accionistas sus dividendos.

Contexto: algunas empresas tradicionales tienen una mala, o en ocasiones pésima, lectura del contexto. No reaccionan de forma oportuna y tardan en la toma de decisiones. Las startups se mueven de forma acelerada, para ellas no hay mañana, el mañana es hoy.

América Latina se encuentra en proceso de desarrollar su propio club de los unicornios. El principal país de origen de unicornios en la región ha sido Brasil. Sin lugar a duda, su dinamismo económico respaldado por la inversión en VC, las bases tecnológicas y su mentalidad emprendedora han llevado a que la región atraiga la atención de inversionistas locales e internacionales.

Otros mercados emergentes han tenido también una gran contribución al club de los unicornios global, tal es el caso de Indonesia, Filipinas y Malasia, mercados en pleno desarrollo donde la tecnología se empieza a conectar con la realidad apoyando la creación de soluciones de valor para los consumidores.

Los unicornios son un catalizador de desarrollo en las diferentes geografías. Generan empleo, desarrollo económico a lo largo de las cadenas de valor y mejoran la calidad de vida soportada por innovación y tecnología.

Para crecer, los unicornios necesitan alimento. El alimento de las startups es el capital de los inversionistas de VC, quienes en múltiples rondas inyectan capital para desarrollar la empresa y, por ende, incrementar su valor.

Durante parte de su desarrollo apalancan las pérdidas en el capital de los inversionistas hasta que el negocio logra rentabilidad financiera con flujos de efectivo positivos. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones esto no sucede y las startups siguen requiriendo entradas de capital a través de inversionistas para mantenerse vivas.

Es un modelo de negocio de dinero de VC destinados a captar mercado (VC2C). Es un tanque de oxígeno. Cuando este se acaba, el unicornio desaparece. Como inversionista, es importante buscar al siguiente unicornio que se convierta en un unicornio sustentable evitando el modelo de VC2C.

En suma, los unicornios han pasado de ser un animal mitológico a un ente real e inspiracional que genera desarrollo, innovación y talento. Se vuelve un ciclo virtuoso, donde un unicornio se va multiplicando hasta que se crea el club de los unicornios.

Las empresas tradicionales, gobiernos, universidades deberían acercarse mucho más a este nuevo mundo en búsqueda de una colaboración conjunta y establecer un progreso genuino y verdadero a largo plazo.

*Héctor Shibata es profesor en el EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey y director de Inversiones de AC Ventures, un fondo corporativo de venture capital donde es responsable de liderar los procesos de inversión en startups y fondos, y administrar el portafolio. Ejerce la clase del MBA de Financiamiento para el Emprendimiento. Participó en una startup fintech y ocupó cargos previos en private equity y en banca corporativa y de inversión en México y Nueva York. 

Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.

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