Los estragos de la pandemia por COVID-19 se sienten con fuerza en toda industria y actividades económicas, pero una de las más afectadas es la de ropa y calzado de alta gama.

El cierre de la boutiques, centros comerciales, tiendas departamentales, la poca participación de las marcas de lujo en las ventas por internet, el desplome en el flujo de turistas y las restricciones de movilidad harán que sus ventas se desplomen este año.

Se estima que a nivel mundial se contraigan 12%, cuando se pronosticaba un crecimiento del 2% antes de desatarse los efectos negativos por el SARS-CoV-2, de acuerdo con la consultora de mercados Euromonitor International.

COVID-19 tiene un fuerte impacto en todas las referencias, pero es probable que la ropa y el calzado de diseñador de alta gama sean los más afectados, dada su gran dependencia del gasto extranjero

Jorge Martin, jefe de investigación de moda en Euromonitor International. 

La mayoría de los gobiernos cerraron todos aquellos negocios no esenciales durante más de dos meses con el objetivo de contener la propagación del virus. Entre estos se encuentras los dedicados a la venta de ropa.

El turismo se vio detenido de forma abrupta, con miles de vuelos cancelados y con naciones levando restricciones para la entrada de extranjeros a sus fronteras.

Ademas, las grandes casas de moda no se distinguen por sus ventas digitales. Es el caso de Chanel, que se niega a entrar al e-commerce para así preservar la exclusividad de sus prendas.

Indicios desalentadores

Asia, el principal mercado para los bienes de lujo en el mundo, comienza a reabrir su economía y con ello, el gasto de las personas. No obstante, se prevé que la recuperación tarde más de lo esperado, de acuerdo a Euromonitor.

A principios de abril, el comercio minorista de moda abrió en China, pero registra un tráfico menor en 50% de lo habitual, porque los compradores buscan cuidar su dinero o comprar en línea.

En otras parte del mundo, la situación es similar. En Nueva York, el gasto per cápita en vestuario y calzado en 2019 fue de 1,905 dólares, el más alto a nivel mundial, pero se espera que este año registre su primer caída desde 2008.

Vietnam y Bangladesh se encuentran entre los mercado más expuestos a las cancelaciones de jugadores globales, con el 97 y 71%, respectivamente, de la fabricación de prendas de vestir exportadas al extranjero.

“Si bien la pandemia ciertamente sacará a muchos jugadores del negocio, también acelerará la muy necesaria innovación, digitalización y cadencia sensible de producción y consumo”, detalla la consultora.