Guyana, la ex-colonia británica que comparte costa con Venezuela, se ha alzado como el más interesante de los nacientes mercados petroleros en el mundo. Su contrato exclusivo con ExxonMobil y la posible apertura a más jugadores guarda algunas lecciones para México, particularmente sobre la creciente competencia a nivel internacional y la importancia de un marco regulatorio confiable.
“Guyana es un caso particular porque una sola empresa fue la que invirtió, que es Exxon: una petrolera con una manera bastante detallada de hacer las cosas, que no suele correr mucho riesgo”, señaló Adrián Calcaneo, director de midstream y líquidos de IHS Markit.
“Como Guyana tiene aguas profundas, necesitaba de un supermajor, así como México lo necesita. Al no haber pruebas de que hubiera reservas, le dieron condiciones muy favorables a la compañía, y ahora esperan producir 800,000 barriles diarios para el final de la década”.
El país sudamericano, que no tenía producción petrolera antes de la incursión de Exxon, ahora presume reservas cercanas a los 9,000 millones de barriles de crudo equivalente.
En las recientes elecciones de Guyana resultó ganador Irfaan Ali, un político de centro-izquierda que ha amagado con renegociar los contratos con Exxon y con cambiar las reglas de contenido local en los mismos.
“Desde la perspectiva de Guyana existe un programa de trabajo con inversiones pactadas que es muy susceptible a bajas de precios como la actual, que afecta el programa de trabajo y las inversiones pactadas.
Es fácil para Exxon, pero es más difícil para el país tener las instituciones necesarias para gestionar las ganancias”, explicó Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.
Sánchez, destacó que los contratos de renta fija suelen establecer comportamientos donde los gobierno captan más ingresos a partir de ciertos precios, lo que deja a la economía local más expuesta en caso de escenarios con precios bajos.
Calcaneo destacó que Guyana no sabría que tiene tanto petróleo si Exxon no hubiera realizado la inversión que realizó.
“Los siguientes contratos no van a ser tan favorables para Exxon, pero los originales están ahí porque ese es el costo de hacer negocio”, dijo el experto, que además resaltó que esta segunda ronda podría incluir también a otras empresas.
“(Las condiciones) no van a cambiar, simplemente los descubrimientos subsecuentes serán con nuevas condiciones y otros contratos”, consideró Calcaneo.
Para Paul Sánchez, una renegociación sería un gran error del gobierno guyanés.
“El dinero es finito. Si en este momento hubiera una ronda petrolera en México y una en Guyana tal vez las empresas se irían a Guyana no porque sea más atractivo, sino porque la relación institucional con el gobierno mexicano está en su punto más bajo en el sector energético. Guyana correría el riesgo de fabricar la misma situación”, advirtió.
El gobierno guyanés parece haber cambiado la página, pues el pasado 30 de septiembre aprobó el primer proyecto de Exxon tras la sucesión.
Mientras tanto, ya explora la posibilidad de establecer un sistema social de salud financiado por las ganancias provenientes del petróleo.
“Es un país que hace dos años tenía cero producción y que sin riesgo al erario abrió las puertas y va a conseguir una producción equivalente al 50% de la mexicana, mientras nuestra prospectiva se ha estancado”, lamentó Calcaneo.