Petróleos Mexicanos tuvo una desinversión histórica en el área de refinación que ha provocado márgenes negativos en estos procesos.

La coyuntura de la construcción de Dos Bocas da pocos elementos para pensar que esta tendencia será revertida y el dinero de este proyecto estaría mejor destinado en otras áreas de la empresa.

Las seis refinerías en México se construyeron antes de finales de los 70, por lo que están diseñadas para operar en otro mundo, uno en el que se producía petróleo ligero y existía un mercado cautivo por la falta de importaciones de privados, explicó Adrián Calcaneo, director de midstream y líquidos de IHS Markit.

“En Estados Unidos se diseñó un programa competitivo, contrario a México, donde las refinerías tampoco compiten entre ellas porque todas son de Pemex, entonces no se fomenta la eficiencia”.

Debido a la naturaleza del proceso estadounidense y a la naturaleza del crudo que se producía en esos momentos, el sistema de refinería de aquel país se concentró en el crudo pesado, lo que requirió la compra de maquinaria más compleja que la que existía en México.

Calcaneo señaló también que en los últimos 30 años no han existido las condiciones presupuestales necesarias, ni los incentivos para realizar inversiones importantes en el Sistema Nacional de Refinación (SNR), por lo que la tecnología de la que depende se ha vuelto cada vez más obsoleta.

Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México, añade que la conformación de Pemex Transformación Industrial complica conocer la cifra exacta de pérdidas por concepto de refinación.

Arturo Carranza, analista del sector energético, explicó que la falta de un plan integral de mejora al SNR ha provocado que este caiga en “paros no programados”, una de las principales causas de que las instalaciones no puedan funcionar en porcentajes cercanos al 100%, afectando su productividad.

El otro gran problema de Pemex es el enorme pasivo laboral relacionado a sus refinerías. La instalación de ExxonMobil en Baton Rouge tiene una capacidad de alrededor de 500,000 barriles diarios con una plantilla laboral de 2,000 empleados. Mientras tanto, la refinería de Madero procesa 50,000 barriles por día con una plantilla de 5,000 empleados, señaló Calcaneo.

“Cuando una instalación entra en un paro no programado, los esquemas no flexibles obligan a las empresas a mantener todo el personal sindicalizado en la planta, cuando la opción podría ser moverlos a otro lugar de trabajo para que sigan teniendo productividad. Estas condiciones sólo elevan los costos”, señaló Carranza.

Para Sánchez, el gobierno mexicano perdió dos grandes oportunidades de invertir en su sistema de refinación.

“La primera fue cuando los precios de la mezcla mexicana estuvieron arriba de 100 dólares (por barril), la segunda fue cuando se hizo la reforma energética y se debió haber puesto a consideración de Pemex hacer un cambio entre reducción de personal y rescate de pasivos laborales”, señaló.

Ahora, después de los errores del pasado, Pemex tendría algunas opciones para mejorar las finanzas de su área de refinación, pero Dos Bocas no sería una de ellas.

Para Calcaneo, la respuesta podría estar en invertir el presupuesto asignado a esta obra en la rehabilitación real de las otras seis refinerías. “Hubiera sido mejor y se tendría una capacidad mayor que la de Dos Bocas en el estado óptimo, y eso es asumiendo que la configuración de Dos Bocas es la adecuada”.

Carranza tiene una opción incluso más drástica.

“Es una decisión que lleva costos beneficios. La modernización de las seis plantas es una inversión muy alta con beneficios limitados. Hay muchas refinerías en Estados Unidos que se están vendiendo actualmente, y a Pemex le convendría más comprar una refinería en aquel país para aumentar su capacidad de refinación con una inversión menor”.