En este año electoral no se han detenido los señalamientos de que el país debe hacer mejoras en su sector petrolero por el impacto ambiental que genera, en medio de esto Petróleos Mexicanos (Pemex) aumentó sus emisiones contaminantes en 8.5% en el primer trimestre.
De acuerdo con el primer reporte de resultados de los estados financieros de este año, las emisiones de óxidos de azufre (SOx) por parte de la compañía petrolera pasaron de 256,100 toneladas (Mt), entre enero y marzo de 2023, a 277,800 Mt en el primer trimestre de 2024.
Este incremento de este tipo de contaminante que también afecta a la salud generando asma, significó el de mayor nivel observado desde el año 2021.
Entre el 1 de enero y el 31 de marzo de 2024 Pemex envió a la atmósfera el equivalente a 6.3% de su producción de gas natural. Durante este periodo, la petrolera quemó o liberó directamente a la un promedio de 291 millones de pies cúbicos diarios (MMpcd) de gas natural.
Pese a representar una reducción de 20.7% comparado con el periodo del año anterior, estas emisiones del contaminante también afectan a la rentabilidad de la empresa, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) en su análisis: Pemex, En la Mira.
A nivel internacional, ahonda el instituto, las regulaciones en torno a la quema y liberación de gas natural se fortalecen, y las empresas que tomen la iniciativa podrían beneficiarse no solo en términos de cumplimiento regulatorio, sino también en su reputación y competitividad en el mercado global.
El IMCO sostienen que una mejor cuantificación y reporte de estas emisiones son fundamentales para la implementación efectiva de políticas climáticas y para asegurar la responsabilidad corporativa y gubernamental.
El gas natural de Pemex tiene metano y ahí está el problema:
De acuerdo con la organización Conexiones Climáticas, la emisión de gas natural a la atmósfera por actividades industriales como la extracción de gas y petróleo implica también al gas metano.
El metano es un gas de efecto invernadero que posee una capacidad calórica hasta 80 veces superior a la del dióxido de carbono (CO2) en un periodo de 20 años, según señala la organización.
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