La necesidad de aprobar un paquete de estímulos para Estados Unidos provocó que varias de las demandas ambientales del partido demócrata se quedaran fuera de la propuesta y, aunque se logró cancelar el texto que destinaría 3,000 millones de dólares a la compra de petróleo, algunos analistas lo ven como una enorme oportunidad desperdiciada dentro de la transición energética.
Los grupos de negociación del sector energético fueron los más activos durante la redacción del paquete, lo que provocó acusaciones de partidismo desde ambos lados del espectro político.
“Esto no se trata del ridículo Green New Deal. Se trata de poner a trabajar de nuevo a nuestros grandes trabajadores y nuestras compañías” argumentó Donald Trump en Twitter.
El paquete de estímulos no incluye la extensión a créditos fiscales federales que la industria de la generación solar y eólica querían obtener.
Actualmente, los créditos están garantizados hasta 2024, y un sector de los negociadores buscaba extenderlos hasta 2027. Según reportes, los miembros de las asociaciones solares creen que algunos sectores podrían perder hasta el 50% de sus ingresos este año, comparado con 2019.
En Estados Unidos el sector de energía limpia empleó a 600,000 personas.
Nancy Pelosi, líder de la bancada, también falló en su intento de incluir una cláusula que obligara a las aerolíneas que recibieran apoyo a disminuir paulatinamente las emisiones provocadas por sus actividades: una estipulación similar a la incluída en el rescate de la industria automotriz en 2009.
El texto final comprende 58 millones de dólares para aerolíneas: 29 millones en subsidios y 29 millones en préstamos, además de que el gobierno federal dejará temporalmente de cobrar impuestos directos en los precios de los boletos, impuestos a la carga e impuestos al combustible. Las aerolíneas se comprometen a limitar las compensaciones ejecutivas y detener la recompra de acciones.
Incluso la ‘derrota’ sufrida por el partido republicano al eliminar las compras de petróleo podría no tener un gran impacto, pues el texto inicial parecía más una declaración de intención que una política económica de consecuencias importantes.
“(El plan) era ayudar a comprar para que hubiera demanda y se mantuvieran los productores de Estados Unidos, pero había muy poco espacio (en el presupuesto que se pensaba destinar). Eran cuando mucho 20 días de producción, por lo que no hacía mucho sentido” detalló Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.
Caitlin Emma y Jennifer Scholtes del sitio de noticias estadounidense, Politico, destacan que esta pelea aún no está decidida, y que ambos partidos podrían negociar la aprobación de leyes que beneficien a ambos sectores energéticos, tal como lo hicieron en 2015 para acordar los créditos fiscales que aún están vigentes para las energías limpias.
El texto final del paquete concluye que la baja temporal en la demanda energética no es una de las áreas prioritarias a atacar, pese al impacto que esta podría tener en el sector.
Finalmente, esta baja podría no tener el impacto ambiental que algunos expertos han pronosticado: de acuerdo con el Breakthrough Institute, el distanciamiento social disminuirá las emisiones mundiales en un índice menor al 2.2% para 2020.
El centro de investigaciones advirtió que “seguramente, el efecto no será lo suficientemente fuerte o prolongado para alterar de forma importante nuestra trayectoria climática”.