Los planes de combate a la crisis climática que utilizan granjas anti-carbono (granjas regenerativas) como una herramienta para disminuir las emisiones de carbono podrían haber sobreestimado la eficiencia de este tipo de soluciones, según reveló una publicación del Massachusetts Institute of Technology (MIT).
Las granjas regenerativas consisten en sembrar la mayor cantidad posible de árboles y cultivos que puedan ayudar a absorber el carbono de la atmósfera. En México, la práctica tuvo cobertura en la prensa, debido a un contrato firmado por productores de café en Oaxaca y Chiapas.
Las granjas regenerativas han sido respaldadas por figuras importantes de partidos progresistas a nivel mundial y el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, dijo el año pasado en un discurso que “el suelo es la siguiente gran frontera de almacenamiento de carbono”.
Las empresas privadas también han respaldado esta técnica en números importantes: BP, Kellogg, Microsoft y Shell se encuentran entre las compañías que han anunciado que pedirán a sus proveedores que adopten este estilo de cultivo o que pagaran a granjeros para que lo hagan como una medida para contrarrestar sus propias emisiones.
Este interés ha provocado que las granjas regenerativas sean apodadas como “la solución capitalista a la crisis climática”, y para el MIT, ese es el problema.
La publicación señala que muchas empresas han optado por pagar a terceros para establecer granjas en vez de enfocarse en modificar los aspectos de su cadena de producción que generan mayores emisiones, a pesar de las pocas evidencias de que este sea un plan sustentable a largo plazo.
“Las granjas del mundo sí tienen la capacidad de guardar miles de millones de toneladas de dióxido de carbono anualmente”, explicó un reporte de National Academies el año pasado. “Sin embargo, aún hay poca certidumbre sobre las técnicas que funcionan, a qué grado, y en qué tipo de suelos, topografías, climas y tiempos”.
Las mejores prácticas para la absorción de carbono también podrían contradecirse con las mejores prácticas de producción de alimentos, además de que hay discrepancias entre expertos sobre la mejor forma de medir los resultados de cada granja de forma individual.
Estudios independientes han revelado que las propias granjas tienden a inflar sus resultados, presionadas por un sistema que cada vez exige mejores dividendos.
En California, Climate Action Reserve está en proceso de establecer un estándar para la medición del impacto de las granjas renovables. Sin embargo, la participación y financiamiento de compañías privadas ha puesto en duda la objetividad de sus números.
Craig Ebert, presidente de Climate Action Reserve, resaltó que las compañías privadas no tuvieron injerencia en los resultados de su investigación. “Al final del día, lo que estamos intentando hacer es pagar a los granjeros por un commodity que no se está pagando en estos momentos: las prácticas de agricultura sustentable que requieren carbono”, dijo.
El riesgo, dijo el MIT Technology Review, está en establecer un mercado que permita a los granjeros obtener ganancias sin aportar lo reportado a las emisiones mundiales, lo que sería el equivalente a “permitir a las compañías comprar permisos para seguir contaminando”.