El almacenamiento de hidrocarburos sigue siendo uno de los grandes pendientes a partir de la reforma energética, principalmente por la falta de proyectos de iniciativa pública y privada que puedan expandir la capacidad volumétrica disponible en México.

“Existe un estancamiento porque no hay confianza en que vas a ver un retorno”, señaló David Rosales, socio de Midstream & Downstream en la consultora Talanza Energy. “La percepción del riesgo político es cada vez más grande”.

Rosales externó que los inversionistas mexicanos tienen mayor probabilidad de seguir buscando inversiones, pero estimó que esto es complicado en el corto plazo, porque incluso los permisos de gobierno se encuentran parados, además de que no existe una claridad en la política de almacenamiento.

De acuerdo con un estudio realizado por OPIS, 13 terminales de importación esperaban estar en operación para finales de 2020, pero la crisis provocada por la pandemia podría reducir ese número a la mitad.

La capacidad actual de almacenamiento de privados es de alrededor de 4.3 millones de barriles, con perspectivas a crecer 600% para finales del próximo año, en lo que representa un alza importante de la curva, aunque tal vez un poco tardía.

“El problema es que en el sector de la gasolina estás hablando de (que existía) un control absoluto de Pemex en la distribución, y eso es muy difícil abrirlo”, señaló Adrián Calcaneo, director de líquidos y midstream de IHS Markit.

El experto indicó que muchas de las estrategias que Pemex está utilizando para proteger su mercado pueden ser consecuencia de la mala experiencia que la empresa tuvo tras la apertura a privados del mercado de gas licuado previamente.

A diferencia de las gasolinas, el segmento del gas L.P. es un caso de éxito casi coincidental. La falta de presupuesto en Pemex permitió que compañías privadas establecieran terminales de importación para servir a la propia compañía estatal a cambio de regalías. “Al momento de la apertura del gas L.P. en 2016 ya había terminales y almacenamiento construído por privados, no se empezó desde cero”, dijo Calcaneo.

La existencia de esta infraestructura permitió que los privados se aventuraran a iniciar sus propias cadenas de importación, lo que provocó que Pemex perdiera el 50% del mercado en menos de 18 meses.

“Entiendo que los gasolineros estén frustrados (por la falta de infraestructura), pero se está iniciando desde un punto de partida con menos avance y Pemex está más a la defensiva después de lo que les pasó con el gas”, consideró Calcaneo.

A pesar del poco avance conseguido a la fecha, compañías como Shell, Chevron, BP y ExxonMobil se encuentran en distintas etapas de proyectos que pretenden independizar sus operaciones del combustible comercializado por Pemex, lo que requiere su propia infraestructura.

“Lo más importante en este momento es plantear que los inversionistas operan sólo donde hay certidumbre jurídica. No es que le tengan que garantizar inversiones, pero sí que las reglas no cambiarán”, advirtió Rosales.