El 2020 fue un año complicado para Pemex y para el sector petrolero mexicano. No solo se vieron precios negativos de crudo y enfrentamientos entre la OPEP y México por la negativa del país a disminuir sus metas de producción, sino que el año también trajo sorpresas en materia de refinación, almacenamiento, y normativa para la entrada de empresas privadas al sector.

Estos problemas seguirán plagando al sector durante 2021, lo que podría corregir la inercia que la industria petrolera tenía tras la reforma, y no necesariamente en favor de Pemex.

“En el caso mexicano, un tema que no era tan fuerte hace 12 meses y ahora es gigantesco es la incertidumbre jurídica para la obtención de permisos otorgados por la CRE y otras agencias regulatorias, como Sener para la importación y ASEA para estudios de impacto ambiental”, señaló David Rosales, analista del sector. “En ese frente, en 2021 las empresas van a necesitar una gran estrategia jurídica regulatoria tanto en electricidad como en gas natural”.

Rosales señaló que no todas las empresas han sufrido el impacto de esta incertidumbre de la misma forma, y explicó por ejemplo que las empresas de upstream han sufrido un poco menos que sus contrapartes de midstream, downstream y electricidad porque tienen una menor necesidad de solicitar permisos a las autoridades competentes.

Analistas del sector han destacado que las empresas productivas del Estado están enfocando su crecimiento en la recuperación de condiciones monopólicas, y no en la competencia abierta en el sector, lo cual era uno de los objetivos de la reforma energética. Incluso Cofece ha expresado su preocupación por algunas de las decisiones tomadas por los reguladores, que han continuado su tendencia de debilitamiento durante el sexenio.

La incertidumbre jurídica se ha unido a la crisis económica para ralentizar las inversiones de infraestructura energética en México, que se esperaban mucho más numerosas para estas alturas del sexenio. Además, a estos problemas se unirán nuevos retos durante el próximo año que también afectarán el futuro de Pemex.

“Se demostró que el trabajo remoto es posible. Las empresas comenzarán a preguntarse si conviene mantener el modelo de trabajo presencial y eso va a acelerar la caída en el consumo de hidrocarburos, sobre todo en países desarrollados”, explicó Adrián Calcaneo, director de midstream y líquidos de IHS Markit. “En México también habrá un impacto, que tal vez tardará más que en estos países: hay tiempo para prepararse, pero falta voluntad”.

Las empresas petroleras multinacionales han optado por diversificar sus inversiones para incluir energías renovables y “blindarse” así contra una transición energética. Sin embargo, los analistas han advertido que esta opción no comulga con la visión gubernamental de “aumentar la producción de Pemex a toda costa”, por lo que la empresa seguirá buscando una meta volumétrica incluso a costa de su propia viabilidad económica.

“Un tema de máxima importancia es el desenvolvimiento financiero de Pemex y CFE. Cada una tiene problemas e impactos muy distintos, pero el tema es desastroso en ambos casos y puede tener un impacto considerable en la deuda del soberano”, advirtió Rosales.

Pemex, por su parte, continúa declarando precios de producción cercanos a los 10 dólares por barril y un EBITDA que la colocaría entre las empresas más eficientes del mundo, números cuya veracidad ha sido puesta en duda por analistas y exfuncionarios de la empresa.

“Están avanzando en incertidumbre y en falta de competencia, lo que no es en favor de México. México está cargando un hoyo negro que se llama Pemex”, lamentó Rosanety Barrios, analista del sector. “Las razones (que se presentan a la ciudadanía) ya son irrelevantes”.